jueves, 29 de septiembre de 2005

La tentación de la carne

Ayer en el super un alguien desconocido no pudo evitar caer en la tentación de la carne conmigo...
Y no tiene que ver con la película de cine erótico de bajo presupuesto que os estáis montando en la cabeza ni con el psicodrama creado por algún director austriaco.Ayer me pasaron dos cosas, o mejor tres, en el super.
Fui zombi-cansada, arrastrando los pies, al super grande que hay cerca de nuestra nueva casa. Estaba muy lleno de gente y los pasillos con las cosas estaban puestos como al tuntún: cosas de papelería en medio de la fruta y cosas por el estilo, vamos, como el ultramarinos de mi pueblo pero a lo bestia. Y yo perdida, y con 30 francos (unos 18 euros) en el modenawer... y en mi zombidez iba yo llenando la cestita roja de cosas y más cosas y más cosas... llego a la caja, y pongo todas mis cosillas en la cinta transportadora... 50 francos. Toma, no tengo, vale, pues espera que voy al cajero del piso de arriba.
Subo a la carrera pensando en la vergüenza que estas cosas suelen darle a los hijos cuando le pasan a las madres, como si no tener suficiente fuese un pecado horroroso.
Saco mi dinerín y me vuelvo a la caja, buff, pago, comienzo a meter mis cosillas en las bolsas y, asombroso descubrimiento: Me habían robado la carne!!! sucios traidores!! los filetes de pavo y las dos chuletas de cerdo con las que nos íbamos a proteinizar estos días!!! no me lo podía de creer, menos mal que la cajera, que debe de ser psicoterapeuta y santa a tiempo parcial, me dejó ir a buscar otras carnes con las que sustituir las mancilladas... En fin.
Ya de vuelta a casa pensaba yo en lo antropológicamente interesante que era el hecho de que me hubiesen robado precisamente la carne (claro, la explicación sencilla es que es lo más caro), pero me imaginaba una familia y el padre llegando a casa: -'niños, os he traído carne', y todos: -'bieeeen!! haremos un fuego en el salón y la asaremos.' No sería lo mismo con unos calabacines...

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