viernes, 2 de septiembre de 2005

Cuestión de bragas


Tengo la regla. No soy una persona ordenada ni metódica. O sí. Pero sólo para ciertas cosas. Por eso quizás no entiendo porqué hay chicas que tienen en su cajón un apartado especial de bragas para “cuando tienen la regla” y otras para uso cotidiano. Y normalmente las de la regla son un trapo cochambroso medio roto desteñido.

Cuando tengo la regla me siento sucia. Pringosa más bien. Todo es aparatoso. Siempre pienso en la extirpación de órganos internos cuando me viene. Por eso, si cuando voy al baño y lucho para limpiarme mientras sujeto el tampax usado e intento meterlo en algún recipiente que normalmente tengo a mis espaldas (que además tiene pinta de ser un arsenal cargado de enfermedades venéreas completo) mientras me tiemblan las piernas que me sujetan en volandas para orinar sin tocar nada, si además tengo unas bragas asquerosas, me deprimo más.

Los detergentes han evolucionado. Lo limpian todo y lo dejan oliendo bien. Son unos elimina manchas estupendos. La sangre no es corrosiva. No perdura para siempre. Se va con el ciclo de lavado habitual. ¿Por qué no usar entonces las bonitas para animarte en esos días del mes en los que quieres que te administren por vía venérea una dosis sobrenatural de testosterona, a ver si te pasas al lado contrario y además de no tener la regla empiezas a ser persona barbuda de pensamiento simple y comportamiento básico?

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