miércoles, 4 de julio de 2007

Esto no se hace...

Nos quedamos mudas, o más bien, sin tiempo para contar lo que se nos pasaba por las cabezas y nos fuimos de puntillas sin decir nada, como peras cobardes...
Creo que ha llegado la hora de cerrar oficialmente croquetas. Es una pena, pero es una realidad. No voy a hacer aquí un balance embarazoso o un último episodio hecho de refritos, aunque confieso que se me hace un pequeño nudo en la garganta pensando en la palabra fin. Morena fue arrastrada por una fuerza devastadora de vida, deberes, ocios y amigos, y me alegro mucho porque probablemente eso quiere decir que pasa menos tiempo con las posaderas achantadas delante de un ordenador. Yo me he cambiado de casa y de país y hay días en que me pasan muchas cosas y días en los que sólo quiero no salir de entre las mantas y me atrinchero con libros y café con leche. Y tengo muchas ganas de contarlo todo, así que estoy juntando cosillas y perseverancia para un día, quizá al final del verano, empezar a contar en otro formato las nuevas cosas que voy viviendo y su grado de neurosis asociado. Cuando comience pondré aquí el enlace por si os apetece daros una vuelta por el nuevo espacio.
Muchos abrazos y muchas gracias.

miércoles, 25 de abril de 2007

Hace mucho que no escribo, imbuida como estoy en mil movidas administrativas para variar, pero no he podido evitar sonreir ante esta noticia, y dieron ganas de compartirla:
Monthy Python formó una orquesta cocotera en Trafalgar Square

miércoles, 28 de marzo de 2007

En italiano...

... pero muy interesante, este videoblog de unos amigos sobre la propiedad intelectual que puede seguirse a través de Arcoiris.tv
Echadle un ojo!¨

viernes, 23 de marzo de 2007

Bienvenidos a Manchester, tierra de polillas seleccionadas y de los Joy Division

En fin, ayer aterrice en esta ciudad que puedo decir, sin miedo a equivocarme, que es una de las mas feas donde nunca he estado. Cielo gris y casas bajas de ladrillo rojo oscuro lo llenan todo con un estilo "revolución industrial" que oprime el pecho.
Aquí huele en todas partes a comida rápida, concretamente a patatas fritas de burger y la gente tiene un aire muy mal alimentado en general. Yo no podría ser feliz aquí, ellos, aparentemente tampoco.
Lo se, jolin, un poco de respeto, esta es una de las cunas de la revolución industrial, parte de la historia de la humanidad y, lo se también, aquí es donde se hizo una de las comprobaciones famosas de la acción de la selección natural, con aquellas polillas que eran muchas blancas y pocas negras antes de que se ensuciara el aire y los arboles, pero que después pasaron a ser muchas negras y pocas blancas cuando los pájaros las veían mejor.
Pero son eventos que me recuerdan un poco la crueldad de la vida en general y de la humana en particular y que me deprimen un poco...
En un sitio asi yo creo que intentaría tocar en un grupo, intentando escapar un poco mas del mundo, lo que explica que esta sea una ciudad de mucha música, de la que han salido por ejemplo los Joy Division... y es que a veces, de las ganas de escapar, salen cosas muy chulas...

martes, 20 de marzo de 2007

Próxima estación: esperanza

Siempre que oigo eso con amigos en la canción de Manu Chao digo muy orgullosa: “eso es del metro de Madrid.” Y me quedo como muy ancha.

¿Cuál es mi próxima estación? La candidata más seria por ahora es Ljubljana, la capital de Eslovenia. Es una ciudad pequeñita pero muy chula, con un río que la cruza, unas montañas que la rodean, un castillo en lo alto de una colina y el mar a una hora de coche (claro, un mar muy estrechito de 40 km., pero mar al fin y al cabo). Allí la gente te mira a la cara por la calle, te dice “salud” si estornudas y las cervezas, por defecto, son de medio litro.

Creo que voy allí en mi afán secreto por aprender idiomas cada vez más minoritarios, hasta que acabe yo inventándome uno propio, porque después de intentar aprender finés, que tiene unos cinco millones de hablantes creí que no iría más lejos, y heme aquí con un curso de “Colloquial Slovene” y un diccionario y todo, dispuesta a hincarle el diente a una lengua eslava con dos millones de hablantes y unos nueve dialectos.

Pero será un buen cambio, tengo mucha esperanza en ello. Al menos la gente parece tener más ganas de vivir que la de aquí y tienen curiosidad por ti y eso es agradable, para variar un poco de la actitud extremamente correcta ginebrina. Desde luego ya iré contando como va todo. Pero aún falta, aún la malvada agencia inmobiliaria tiene que liberarme de mis obligaciones para con ellos... ¿qué pasará?... chan chan...

lunes, 19 de marzo de 2007

Personajes de Ginebra

En breve me iré de esta ciudad y eso me hace mirarla con otros ojos de vez en cuando. La semana pasada me planteé el proyecto de describir en este blog una serie de personajes que yo considero típicos de esta ciudad. A ver si lo consigo porque yo y la constancia... en fin... bueno, lo importante es participar.

El primer personaje que se me ocurrió describir fue un gestor de fortunas. Y fue más o menos así: el otro día caminaba yo por el puente del mont-blanc y veo delante de mí, marchando con un aire de tiburón, un tipo al principio de la cuarentena (la de la edad, no la de la enfermedad, auque nunca se sabe) con un traje que, más que hecho a medida parecía haberle crecido del cuerpo, tanto era preciso. Zapatos lustrados. Andar seguro. Balanceo de cabeza al andar similar al de una estrella de cine. Móvil ultra moderno-fashion-caro-de-diseño en la mano y en la oreja: “Te aconsejo una inversión de tipo bla bla” decía, como quien sabe muy bien lo que dice o como quien sabe fingir muy bien que sabe lo que dice.

Bancos privados que parecen hoteles de lujo, gestores de fortunas sueltos por la calle, forman parte del ecosistema ginebrino. Personajes que son avistables sobre todo a la hora de comer cuando les abren las puertas de los bancos y superoficinas y pueden dispersarse por el centro para comer una ensalada de nouvelle cuisine. Algunos cambian el megatraje por ropa de deporte carísima y salen a correr aprovechando la pausa de la comida. Estos suelen ser los gestores de fortunas y empleados de banca que, bien entrada la treintena, optan por una vida más “sana”, en la que siguen trabajando demasiado y siempre a ritmo vertiginoso pero lo combinan con la sofrología y el zen, una alimentación equilibrada, una afición creativa y de moda pero no demasiado exigente, una pareja del banco de al lado y un poco de ejercicio físico...

viernes, 9 de marzo de 2007

Voy a ir a una boda suiza

Las bodas suizas son, por lo general, en dos tiempos. Y no porque duren tres días como una fiesta como dios manda, sino porque se dividen en dos fases:

- ceremonia y aperitivo

- cena

A la ceremonia y al aperitivo uno invita a “n’importe qui”, que en francés quiere decir “hasta-al-gato”: compañeros de trabajo, próximos pero no demasiado, etc. A la cena uno invita a la familia y a los amigos de toda la vida, esos con los que los suizos han compartido fondues, apasionantes tardes de curling y paseos por las montañas.

Como se trata de la boda de una compañera de trabajo yo formo parte de los gatos esta vez. Ella, en las pausas café habla y habla de como su boda tiene que ser perfecta. Todo está ya perfectamente planificado. Falta un mes y ya nos han mandado un plano de dónde aparcar los coches cerca del registro civil, nos han advertido que el camino que lleva al edificio desde el parking está empedrado y por tanto damas, abstenerse de los favorecedores-pero-propicios-a-los-accidentes zapatos de tacón, sabemos que no quieren bromas pesadas en ningún momento y nada de salvajismos hispanos en la despedida de soltera. Yo me estoy aburriendo ya de antemano un poco, aunque hay que mantener el espíritu neutral, que es una boda suiza, leñe.

jueves, 8 de marzo de 2007

Esto es mucho mas pequeño que en casa de mis padres...

Eso me dijo ayer una individua, que de aquí en adelante llamaremos “la entupida” para mantener su anonimato, al venir a ver mi apartamento.

“La estúpida” me llamó tres veces por teléfono antes de venir porque:

- no podía venir el martes (día que he fijado para las visitas para no tener siempre la casa llena de gente que camina y opina sobre cada detalle)

- no sabia dónde estaba la calle (ni aparentemente cómo mirar un mapa o qué era un mapa)

- había llegado demasiado pronto y en mi casa no había nadie

“La estúpida” no se disculpó por las numerosas molestias que me causó, quizá porque en casa de sus padres hay telefonista o algo...

Aparentemente la casa de los padres de “la estúpida” mide más de 28 metros cuadrados y a ella, su armario enorme y su cama con dosel no iban a caberle en mi cuarto. Y en fin, sí, mi casa es pequeña, incluso microminúscula lo admito, pero jolines, una tiene su orgullo, y ante el quinto “pero esto es pequeñíííísimo, es imposible vivir aquí” mi cerebro entendió: “la gente como tú conseguirá vivir aquí, pero la gente como yo, desde luego que nooo” y mis cotas de amabilidad cayeron en picado y prácticamente la puse de patitas en la calle con un: “en casa de los padres siempre se tiene más espacio, pero cuando uno tiene que pagarse el alquiler una misma la cosa cambia...” y casi en el acto me sentí terriblemente mayor y aleccionadora...

En fin, en el fondo es una pena que a “la estúpida” no le gustase el piso, creo que se llevaría estupendamente con mi vecina la-que-me-golpea-la-pared-cuando-me-cepillo-los-dientes.

miércoles, 28 de febrero de 2007

Del morro de las agencias inmobiliarias en Ginebra

Dejo mi piso a finales de mayo. La agencia que lo gestiona ya ha puesto un anuncio en su página web, así que la gente ya les llama para interesarse por el apartamento. La cosa en Ginebra funciona así:

- La gente llama a la agencia.

- La agencia les da mi número de móvil.

- La gente me llama a mí.

- Yo quedo con ellos y les enseño el piso.

Vamos, que me convierto yo en una especie de agencia inmobiliaria que se pasa el día cogiendo el teléfono y dando cita a desconocidos para que vengan a ver mi casa en toda la extensión de sus menos de 30 metros cuadrados todos cubiertos de ropa sucia. Yo intento restringir las visitas a un día y no respondo al teléfono cuando no me da la gana, pero vamos, que me parece un abuso.

Ayer vinieron dos grupos personas. Un par de señoras de algún lugar de centroamérica que parecían muuuuy desorientadas, las pobres, me dio la impresión de que pensaban que era yo la que decidía si les daba el piso o no... y dos señores con una fragancia a jumilla que pude disfrutar en toda su extensión cuando subimos juntos en el ascensor... Los pobres también intentaron ser hipersimpáticos conmigo, que ni pincho ni corto en la decisión final.

Y es que la situación inmobiliaria en Ginebra es desesperante, pero desesperante de verdad.

Esto promete ser una experiencia de esas que luego dan para rodar un corto, creo que veré una gran diversidad de gente entrar en mi casa en los próximos meses, ya os iré contando...

martes, 20 de febrero de 2007

Una guisante sola ante cuatro croatas

Hoy, por esos avatares del destino, me he encontrado comiendo en un restaurante con cuatro croatas. Y con una muestra pequeña, lo se, pero muy homogénea, puedo decir que los croatas casi solo hablan de mujeres. Mujeres mujeres mujeres, tetas, culos, pedazos de mujeres, mujeres enteras, mujeres en general. El carnaval da mucho de si, a nuestro alrededor por las calles chicas disfrazadas por todas partes. Parcialmente en la realidad y mucho en sus mentes chicas disfrazadas de enfermeras, de colegialas, de gatitas o conejitas... Y a mí, cuando me veo envuelta en estas conversaciones, siempre se me ocurren dos cosas. Una es, ¿será esta una conversación real de los hombres? quiero decir ¿si no hubiese una chica entre ellos, hablarían tanto de mujeres, o es una especie de táctica (extraña) para impresionar? y la otra es una idea un tanto asustadora... quizá no han notado que tras este cuerpo redondo, verde y por supuesto pensante, se esconde un alma sensible femenina y se sienten en confianza como para dar rienda suelta a su torrente testosterónico. El caso es que ha sido divertido después de todo. Los croatas que he conocido hoy, pero quizá todos, tienen un sentido del humor (negro) bastante particular, qué remedio, imagino. Las alusiones a la guerra son inevitables, y las bromas con fondo de tristeza también. Quizá por eso es mejor hablar de mujeres, hablar de mujeres y olvidar todo el resto, y hay tantas mujeres, mujeres libertinas, mujeres católicas pero libertinas y mujeres católicas a secas, mujeres secas, mujeres maduras, mujeres tiernas, mujeres, mujeres, mujeres.

jueves, 1 de febrero de 2007

Tantas ratas como ginebrinos

En Ginebra los periódicos están en la calle en cajas, como en las pelis americanas, y uno mete una moneda (o no), abre la tapa y saca el periódico. Para anunciar los titulares más importantes hay carteles que cuelgan de las cajas donde pueden leerse cosas como esta que se leía hoy: “tantas ratas como ginebrinos” o “circulación: grandes multas para grandes gorros” (aunque después he sabido que “grandes gorros” o “gros bonnets” es una manera de referirse a los personajes importantes). En mi cocina tengo pegados dos, uno que dice “Desnudo como un gusano saquea una iglesia” y otro que dice “Peligro: el Nordic Walking pone nerviosas a las vacas”.
Se me escaparon algunos geniales como aquel que decía “Cada vez más perros italianos en Ginebra” o “abierto el primer centro de bienestar para vacas”... y es que los titulares que escogen los periódicos son la mayor parte de las veces psicodelia pura...

miércoles, 24 de enero de 2007

¡Y me da un síndrome y no es el pre-menstrual!

Yo pensaba que eso del síndrome del restaurante chino era algo que no existía en realidad, un mito, como eso de que te sirven gato, o que en las hamburgueserías se hacen hamburguesas con lombrices o que la carne del pollo frito son masas de pollo mutantes que hacen crecer en obscuros laboratorios al son de música lounge y risas diabólicas..., pero no, señoras y señores.

Hete aquí que el sábado pasado voy con un amigo a comer a un restaurante asiático y decidimos regalarnos con el estupendo menú tailandés que incluye muchas cosas ricas:
Llega la sopa, con sus gambas y su leche de coco y todo ¡viva! Con el hambre que teníamos, tras horas de inanición en la biblioteca buscando tebeos ¡qué rica! Nos la comimos super rápido.
Llegan los pinchos de pollo con su salsa picante con cacahuetes ¡viva! Y come que te come.
Llega la ternera con brotes de soja y oh, oh...

–oye, tu te sientes bien?-

-pues no mucho, la verdad...-

Yo sentía como si el increíble Hulk me estuviese masajeando las sienes. ¡Qué presión en la cabeza! Y como si me fuese a caer redonda si me ponía de pié, pero en vez de estar blanca estaba toda roja... A mi amigo, Hulk se le había sentado en el pecho y también le masajeaba la cabeza... ¡buf! Nos faltaba el aire.

El agobio nos duró muy poquito, unos 10 ó 15 minutos, tras los cuales (incluso durante, debo decir con cierto sonrojo) continuamos comiendo.

Como vino se fue. Y el síndrome del restaurante chino, que aparentemente es una reacción alérgica al glutamato monosódico, pero que no tiene un origen completamente claro, y que parece que no le pasa nunca a los chinos, me permitió explorar una vez más eso que tanto me gusta: las diferencias entre personas optimistas y pesimistas:

Yo, pesimista, pensaba: -¡no, enferma ahora no, que mi seguro de salud tiene una franquicia de 1000 euros!
Yo, pesimista y además peliculera, pensaba además: -¡hay que tomar muestras de la comida, quizá seamos alérgicos a una especia tailandesa que causa una muerte fulminante y horrible y es necesario que los médicos tengan una muestra para poder encontrar un antídoto rápidamente!-. Vamos, como si me hubiese mordido una serpiente en el desierto australiano.

Mi amigo, optimista, pensaba: -¡qué bien, tenemos el hospital central al lado!- y otras cosas tranquilizadoras como –no será nada, debe de ser una ligera alergia alimentaria...-

¿Y qué podemos aprender de todo esto?: que no se puede uno atiborrar de comida tailandesa con el estómago demasiado vacío y que los pesimistas tienen siempre una imaginación mucho más salvaje y entretenida.