viernes, 30 de diciembre de 2005

Para fuerte, Gloria

A mí, cuando era pequeña, no me gustaba mucho Gloria Fuertes, o en realidad creo que me dejaba llevar por una especie de opinión general que decía que sus poesías para niños eran juegos demasiado simples de palabras. Con el tiempo he ido madurando mi opinión, he ido haciendo juegos simples de palabras y encontrando gran placer en ello y ahora la quiero, la amo en secreto.

Ella dice por ejemplo (en su libro Historia de Gloria, Amor, humor y desamor):

TITULOS PARA FUTUROS LIBROS

Blusa de Blasa.
Sólo en el Polo.
Garra de guerra.
Qué asco de casco.
Cuento que encanta.
Pato a la Puta.
Pena de pene.
Pancha y su Pancho.
Vista a lo bestia.
La tía Teta.
Los senos sanos.
Siete de sota.
Leche en el lecho.
Nicho en la noche.

EL AMOR ES UN SITIO PARA ESTAR

El amor es un sitio para estar,
alrededor
se borran los caminos.

HAY QUE TENER UN BUEN PAR...

Hay que tener un buen par,
de lágrimas
Y demostrar que las tienes,
ante cualquier sujeto
que intente violar a la ternura.

Hay que tener un buen par,
de lágrimas,
ante cualquier atardecer si por la noche
tu amor te dice que pensaba en otra.

Hay que tener un buen par,
de lágrimas,
para ser poeta y gritar así, sin poesía,
que el pueblo sufre y no tengo derecho
a hundirme,
porque mi personal situación
es catastrófica.

y sobre todo ella dice:

LA LIBERTAD NO ES TENER UN BUEN AMO

La libertad no es tener un buen amo,
sino no tener ninguno.

sábado, 24 de diciembre de 2005

Tráfico de incongruencias

Todos y cada uno de los paneles luminosos de la carretera N-I desde Irún hasta Madrid hablaban de la campaña anti-alcohol de la Dirección General de Tráfico en esta Navidad. Los leímos todos en nuestro viaje, y cuando llegamos a casa, cenamos con el vino que le habían regalado a mi padre el otro día en la ITV (inspección técnica de vehículos) para felicitarle las fiestas...

viernes, 23 de diciembre de 2005

Centros demenciales

¡¡¡Argggg!!! ¡Los centros comerciales me pueden!

No hace falta ni siquiera que estén demasiado llenos de gente. Me pueden en sí, como concepto.

Me puede la idea de entrar allí con el fin de salir con algo, obligatorio, para cada miembro de mi clan próximo. Algo, lo que sea, un libro navideño, un disco navideño, un regalo general navideño que no desagrade demasiado. No quiero aconsejar a otros miembros de mi clan para comprar cosas para los otros miembros. No quiero comprar nada.

En un centro comercial me molesta todo.

Me molesta el arquitecto, que diseñó un espacio en mármoles y dorados, con lámparas de araña que caen justo delante de la tienda tipo “todo a cien”. Un espacio feo, con bancos fríos, con adolescentes que fuman mientras comen chicle y que tiene un parking pintado de rosa.

Me molesta el CD de villancicos versión música de ascensor cantada por los pitufos con el que nos atormentan.

Me molestan los dependientes jóvenes y dinámicos que me miran por encima del hombro al ritmo de música machacona, en tiendas todas iguales en las que venden ropa toda igual con la que el año que viene nadie se atreverá a ir ni a la vuelta de la esquina, pero que esta temporada se lleva mucho en Gran Hermano. Esas miradas desde lo alto de la moda tipo Zara me dan ganas de correr alocada por entre las estanterías desdoblando todos los jerseys...

Me molestan las chicas de la sección perfumería que no entienden mi negativa a rociarme con perfumes que no le desearía ni a la señora con abrigo de piel que aprieta contra su pecho a su caniche en un ascensor cualquiera. Si alguien me rocía sin mi consentimiento, me vengaré apoderándome de una botella de litro de Barón Dandy y salpicando a diestro y siniestro.

Me molestan las tiendas que venden sales de baño, aceites para masajes y sesiones de hidroterapia, en las que todo el mundo me empuja, se mezclan demasiados olores y la luz es demasiado brillante. No quiero que me relajen así. Qué nadie intente relajarme o me voy al Zara a desdoblar jerseys con mi botella de Barón Dandy...

Tampoco quiero que me den barritas de cereales con fibra light y sucedáneo de chocolate en el supermercado, aunque sean regaladas, no me voy a comer eso. ¿Pero por quién me toman? Si quisiese comer fibra light con chocolate me comería la pata de una mesa del Ikea con nutella.

En fin, espero no tener que volver a poner el pie en un sitio de esos hasta la navidad que viene.

lunes, 19 de diciembre de 2005

La investigación no es lo mío


Hola internautas. Creo que he llegado a la conclusión de que no podría ser investigadora privada. Es un trabajo que me resulta muy cansado, incluso sólo de pensarlo. Entre todas las cosas que tienen que hacer, están dos de las cuales odio con toda mi alma y me cuesta superar: A) tienen que llamar todo el rato por teléfono y B) tienen que dar el coñazo y ser un tanto impertinentes para conseguir que la gente colabore.

Ahora me estoy leyendo una serie de novelas de Sue Grafton. La protagonista, Kinsey Malhone, me parece que es del tipo de persona que te gustaría, Guisante.

Trabajando, como los curris de Fraggle Rock

Dos artículos que tienen que ver con el trabajo y la vida, uno en español y otro en inglés, a ver que os parecen (claro que, seguramente trabajáis tanto que no tendréis tiempo para leerlos, pero haced un hueco, leñe, qué es importante…)

sábado, 17 de diciembre de 2005

Hmmm, viene la navidad…

Y esto de los regalos también es cuestión de principios… los míos son estos:

Me puedes regalar:

  • Una banda de SKA para mi sola
  • Talento para tocar el clarinete (y un clarinete y/o saxofón)
  • Dos horas más al día para leer
  • Un amigo imaginario que de los mejores masajes en los pies del mundo
  • Paciencia, constancia, tolerancia (y otras cosas que rimen con rancia)
  • Un chef
  • La respuesta justa en el momento preciso
  • Un balcón en la luna
  • Teletransporte sin terribles consecuencias genéticas

Si no puedes, entonces me conformaría con:

  • Cualquier CD de los Skatalites menos « Bashaka »
  • Un CD con Tosca o El Barbero de Sevilla
  • Casi cualquier CD de Jazz
  • Las Antimemorias de Bryce Echenique
  • A la recherche du temps perdu, de Marcel Proust
  • Un libro con láminas de Paul Klee
  • Temperas
  • Entradas para el teatro, ópera, etc.

Pero en cualquier caso no me regales nunca (por favor):

  • Accesorios para la feminidad: ropa, joyas (¡!), perfumes (¡!!), maquillaje (¡!!!!!)
  • Accesorios para el hogar clase media: máquina de café nespresso, cafetera que haga capuchinos, máquina para hacer sodas, balanza que habla, máquina para hacer pan y otras aberraciones
  • Cuberterías, vasos, copas, vajillas, sabanas o toallas
  • Compilaciones de música especiales para la navidad

jueves, 15 de diciembre de 2005

Nota mental : comprar bragas decentes

Odio comprar ropa, pero por encima de todo odio comprar ropa interior. Trauma de infancia o lo que sea, ese odio me lleva a sobrevivir precariamente con una colección de bragas pleistocénicas, todas del color del que salen cuando uno lava en la lavadora ropa blanca y de color a una temperatura no adecuada, es decir, algunas rosáceas, otras grisáceas, y otras de otras tonalidades acabadas en –áceas.

Y los agujeros… los agujeros no tienen un ciclo de vida similar al de otras criaturas, ellos no nacen, se reproducen y mueren, ellos se quedan en la fase de reproducción, grandes, pequeños, familias, hordas, huestes, manadas de agujeros que habitan mis bragas confiriéndoles un aspecto lamentable.

Esta triste situación podría vivirse en silencio de no ser por determinadas ocasiones embarazosas como la de hoy, en la que he ido a la médica y me ha hecho quedarme, para enorme bochorno mío, en bragas y calcetines... (y encima las llevaba puestas del revés, jajajaja, con la etiqueta (en la que ya no puede leerse nada) colgando de un lado), sniff, yo no sabía si reírme o esconderme detrás del aparato para medir la tensión…

Para otro día un post sobre las sensaciones que se experimentan al ser una persona de gustos sencillos y adentrarse en la sección ropa interior femenina de unos grandes almacenes, en donde reina la lycra, los tangas con incrustaciones de pedrería, las bragas de felpa de cuello vuelto y los sujetadores para dar de mamar…

Argggggggggggggggggg!!!!

Para comenzar el día sintiendo cosas pero que muy malas por alguien.

(pinchar aquí)

(Giulio, questo lo puoi capire, enjoy!)

lunes, 12 de diciembre de 2005

No seas pesado

Jooooooooooooope… llevo un montón sin escribir nada. Sin dar señales de vida cósmica… Y eso que sigo existiendo. Si me hubiera esfumado, como el polvo sobre la estantería cuando lo atacas con Pronto, imaginaos lo que sería. Sería el colmo del desaparecimiento. Entonces, no sólo no aparecerían posts míos nuevos en la página, sino que se borrarían todos los posts anteriores que hubiera hecho. Una fatalidad. No por su calidad literaria, sino por lo anecdótico del asunto.

Bueno, estaría bien pensar que en todo este tiempo me ha dado por pensar. Pero no he pensado nada. Nada por lo menos digno de mención. Porque sí he pensado que a partir del año nuevo haré esto y aquello, pero eso es un rollo de explicar y no quiero aburriros tanto como me aburro yo a mi misma. Me conformo con mandaros el entusiasmo con el que me enfrento a mis nuevos objetivos (que se parecen mucho a los inconclusos que he ido arrastrando con los años) y la alegría que me produce tener una excusa para empezar con borrón y cuenta nueva, perdonándome todo lo que tendría que haber hecho el año pasado y por supuesto, ni empecé. Eso era porque yo era otra, hombre. La yo de ahora es una persona nueva. ¿No ves que empezamos de nuevo con el 1 del 1?

Sólo aprovecharé esta aparición para resaltar mi defensa a ultranza por la Navidad. ¡¡¡Me encantan estas fechas!!! Ya sé que hay gente por ahí que dice que son épocas de consumismo. Bagatelas. Ya sé que hay gente que dice por ahí que son épocas de hipocresía. Tonterías. Ya sé que hay gente que se empeña en decir que son unas fiestas mediatizadas del Corte Inglés. A todo eso le llamo yo demagogia. De la barata. De la que se consume. De la hipócrita. De la mediatizada.

La realidad de las cosas, toma la forma que uno quiera darles. Y me cansa enormemente, la gente taaaaaaaaan puritana que lucha contra la corriente a todas horas, contra las masas empobrecidas y aborregadas. Me aburren con su retórica. Me aburren con su filosofía. Me aburren con su incapacidad para disfrutar. ¡Disfrutemos todos, leñe! Que la vida son dos días y no espera a nadie.

Aprovecha para estar con la familia, o con la gente que quieres. Disfruta de la ilusión con la que lo viven los niños que tienes cerca. Disfruta de regalar al prójimo algo con toda la emoción. Compra un boleto y haz mil planes de lo que harías si te tocaran todos esos millones. Come turrón hasta que te duela la tripa (total, hasta el nuevo año la dieta uno puede saltársela sin culpabilidades). Abre el buen vino y cógete un chuzo con tus primos. Decora tu casa y diviértete haciendo adornos con tu novia. Yo que sé, hay miles de cosas que hacer. Miles y miles. Que yo sepa, nadie te pone una pistola en la cabeza para ir al Corte Inglés. Ni siquiera para sonreír a nadie… pero, ¿qué tiene de malo hacerlo? ¿Es que tú sonríes sólo cuando nadie te lo ordena? ¿Es que eres más chulo que un ocho? Anda, ¡no seas pesado! Sonríe y ya está, que es gratis, que no cansa, que alegra, que te libera… ¿qué más da que sean unas fechas en las que se suponga que tienes que hacerlo? De verdad, complícate menos la vida y lucha por causas más justas. Esto, es, como he dicho antes, una bagatela.

Ve contra la corriente y quiere en Navidad, compra regalos, pon el Belén, siéntente feliz… eso sí que es tener un par de…

Los cuentos inconclusos del guisante pensante…

La mosca Renata

Yo conocí una mosca que recorrió una vez el mundo. Se llamaba Renata, y había crecido en un bar de carretera.

En ese bar muchos autobuses paraban. Gentes llenas de colores y de ruidos (y con hambre y ganas de hacer pis) lo llenaban todo de pronto. Renata les volaba un rato por encima, se posaba en ellos, los olía, les daba pequeños golpecitos en la cabeza con sus patas, los investigaba con curiosidad. También lo hacía como para cerciorarse de que eran reales, pues pocos minutos después, tan deprisa como habían entrado, se marchaban todos en tropel.

“-Un día yo también me iré”, pensaba Renata.

Una mañana cogió su pequeña mochila (peso mosca), metió en ella una miga de pan y un pedacito de queso y, sin pensárselo dos veces, salió volando del bar. En medio de la confusión de personas, se subió a un autobús cualquiera que estaba cerrando sus puertas a punto de marcharse.

“-Uff –pensó, posada en la luna delantera- por los pelos…”

(pelos de mosca, claro)

Con un fuerte bramido el autobús se despertó y comenzó a caminar, primero despacio, como un elefante recién levantado, pero luego rápido y más rápido, engullendo los kilómetros grises.

Renata, que había pasado un momento hurgando en su mochila, verificando que no se había olvidado en casa su cepillo de trompa, levantó la vista de pronto y casi se muere del susto… allí estaba el mundo, siendo atravesado a toda velocidad…

“-Allá vamos-”, pensó.


viernes, 9 de diciembre de 2005

Toma anquilostoma

Hoy he visto una foto tomada con un microscopio electrónico de un anquilostoma.
Es un gusano parásito que puede vivir en el intestino.
Tiene una sonrisa carnívora con cuatro dientes, una boca hambrienta muy muy abierta, y como unos ojillos, que claro, no son ojillos, pero lo parecen, unos ojillos irónicos.
Lo miras y no sabes si te va a pegar un bocao o si se va a poner a cantar un aria de ópera.

jueves, 8 de diciembre de 2005

A veces pienso que los hospitales son un poco como los aeropuertos de la vida.

Sí, es verdad...

últimamente mis post son un corta-pega de links del País, pero es que este merece la pena. Si me acordase de cómo pegar imágenes aquí, lo pondría directamente...

miércoles, 7 de diciembre de 2005

Ole los huevos de Harold Pinter
Discurso íntegro de aceptación del premio Nobel de literatura aquí (en inglés)

Quién no haya ido a Viena...

¡¡Qué vaya, qué vaya, qué vaya, qué hay una exposición de Schiele que hay que ver!!!

http://www.elpais.es/articulo/elpporcul/20051207elpepicul_1/Tes

De paso uno visita el museo Hundertwasser, así le dan a uno aún más ganas de irse a vivir a Nueva Zelanda a una casa con el tejado de hierba, navegar en un barco con las velas de colores, hacerse sus propios zapatos y reivindicar nuestro derecho a ventana y nuestro deber de árbol.

Ay... y yo atrapada aquí. Todavía me cojo la bici y me escapo.

martes, 6 de diciembre de 2005

Catálogos

Increíble un catálogo que nos llegó ayer a casa. Baste deciros que en la portada anunciaban un marco para fotos con un botón, que al pulsarlo reproducía una grabación del tipo: “-te quiero, cariño…”: profundamente inquietante.

Pero las maravillas no terminaban ahí, ¡qué variado el surtido de artilugios de goma para separar los dedos de los pies mientras uno duerme! es un mercado que tenía completamente inexplorado. Y las tapas de latón que se usan para tapar los fogones de las cocinas eléctricas, ¡¡¡uno las puede escoger con ilustraciones de gansos o fotos de gatitos!!!

La página de “juguetes para adultos” mejor saltárnosla, claro que debo confesar que nunca había imaginado así una vagina de goma, ¡puafff!