miércoles, 9 de marzo de 2005

Redemption song

Giovanni y yo hemos bajado a la ciudad al medio día. Hemos comido en el pequeño sitio de kebabs libanés un plato de esos maravillosos que son proteínas y ajo al cincuenta por ciento. Ahí hemos caído en la cuenta de que no sabemos qué pasa ahora en el Líbano, o mejor (o peor, según se mire) qué lleva pasando de unos años a esta parte para que ahora esté a punto de pasar lo que parece que va a pasar, pero que no sabemos muy bien tampoco qué es.

Tras esta comida opípara (increíble palabra, por cierto), nos hemos puesto a pasear, y la implacable salsa de ajo a comenzado a apoderase de todo el agua de nuestro cuerpo. Claro, nos ha dado un sueño tremendo justo cuando íbamos caminando por el centro de Ginebra, por la zona donde están los grandes bancos y los edificios de oficinas.

Hemos entrado a tomar un café a un bar-restaurante de lo más chic. Sentados a la barra hemos pedido nuestros cafés, y cuando me he quitado la chaqueta, y ha quedado completamente expuesto mi jersey de rayas de colores, me he sentido cuando menos llamativa. Me ha extrañando que ningún maitre me haya ofrecido un jersey finito negro de cuello alto para poder seguir en el local. Y casi me he sentido tentada, ya puesta, de sentarme en la barra en plan indio y con una guitarra imaginaria cantar...

"Emancipate yourselves from mental slavery;
None but ourselves can free our minds.
Have no fear for atomic energy,
’cause none of them can stop the time.
How long shall they kill our prophets,
While we stand aside and look? ooh!
Some say it’s just a part of it:
We’ve got to fulfil de book.
"

...para ver si me hacía con el público, pero he desistido, no sabría que hacer después si todos estos empleados de bancas privadas me tomasen por el Mesías y se dedicasen a seguirme, como a Brian. Quizá otro día.

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