lunes, 3 de octubre de 2005

Laura 0, destino 1


Hoy es uno de esos días que me siento derrotada por la vida. Y como sé que en el fondo no tengo razones para pensarlo y que, si lo razono un poco tengo más que agradecerle a mi existencia y sus circunstancias que echarle en cara, utilizo doblemente este pensamiento para autocastigarme por sentirme fatal y utilizarlo en el fondo para sentirme más mal aún y odiarme a mi misma y al mundo. No me digáis que no os pasa.

En situaciones como estas, cualquier pequeñez se vuelve enorme. Enormemente negativa, claro. Si resulta que no viene nadie a tu clase de pilates y la profesora se ensaña contigo, claramente es un drama. Si la página del blog no funciona temporalmente, claramente es horrible. Si tu cuenta bancaria es una ruina y la hipoteca te acecha, se multiplica por mil el mal porque nadie vino a tu clase de pilates y el blog no funciona. Si además, le sumas que hay un eclipse que sólo ocurre una vez cada 200 años y no tienes gafas para verlo y además, no puedes subir fotos a la página web, apaga y vámonos. Tu vida es un fracaso y te has quedado sin bastones por mirar al eclipse sin gafas y quedarás mutilada ocularmente para siempre. Por no decir si, encima de todo eso, el pintor aún no te ha barnizado el suelo después de cuatro meses y la luz que veías al final del camino en tu pesadilla laboral, apunta a que se esté apagando, no se sabe si realmente o por la falta de bastones que acarrearás de por vida.

Todo lo que me llega son señales malas. Todos los signos apuntan a que mi destino, en ese diálogo que sólo yo entiendo, me está diciendo que me autodestruya porque soy un despojo. Y más peor aún: un despojo sin remedio. Soy capaz de matar con mis propias manos a alguien que me hable de optimismo hoy.

1 comentario:

Kiko, ese hombre. dijo...

bufff, y anda que no dura nada el partido.....