martes, 22 de febrero de 2005

Mentiras consagradas

Alguien ahí arriba, o ahí abajo, o simplemente por aquí por el medio, tomando la forma de conciencia colectiva o de sabiduría popular, inventa los refranes para manipularnos, reírse de nosotros y reforzar nuestra fe en un sacrificio inútil. Claro ejemplo de mentira edificante:

“A quien madruga, Dios le ayuda”

Claro, la realidad es mucho más compleja, pero entonces no queda bien en un refrán. Podría decirse: “Si madrugas, y lo haces con gusto, es posible que las cosas te vayan mejor en ese día y que, en el caso hipotético de haber un Dios, este lo vea con buenos ojos y si le apetece, quizá te eche una mano, siempre considerando la hipótesis de que este Dios se saltase lo del libre albedrío a la torera y pudiese interferir, así, a la ligera, en la vida de un individuo en particular. Por otro lado, si uno no debe madrugar en ese día concreto puede que no sea necesario hacerlo, puesto que si uno está agustito en la cama ya no necesita mucha más ayuda en ese momento. Además hay que recordar que siempre puede que Dios no exista, o esté mirando para otro lado, o esté ocupado ayudando a otro tipo que madrugó más que tu.”

En fin, que no queda bien en un refrán.

Pero eso no autoriza a la sabiduría popular a mentirnos descaradamente.

Ya que existen refranes que no se ajustan exactamente a la realidad, o que carecen total o parcialmente de sentido, propongo inventar algunos a ver si se popularizan y crean confusión en un futuro próximo: ahí va uno

“Al elefante en sábado, todo se le vuelve trompa”

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