jueves, 10 de febrero de 2005

Algo de música en tu vida


La música a veces se convierte en una intrusa en tu vida y desbanca totalmente a la memoria en su papel de grabadora del tiempo. Hay sentimientos o sensaciones que solo pueden viajar de vuelta a través de un sonido, o mejor dicho, de una melodía. Los vuelcos al corazón, los nudos en el estómago, la nostalgia de un momento, la ilusión de un instante… eso sólo puedo sentirlo a través de la música, que se me mete no sé por dónde y sin esperarlo, me toca un montón de teclas y abre las cajas donde tenía todo eso guardado.

Ahora mismo estoy escuchando una canción que me mandó un amigo que quiero dejar como anónimo porque su identidad ahora es lo de menos. Y al margen de que es una canción que él no sabe que me encanta y que oigo muchísimo cuando quiero tomarme un respiro, es que hay veces que consigue transportarme a sensaciones muy concretas y muy limpias. No es nada en particular, sino momentos puntualísimos, vivencias que pasamos de algún modo juntos y que van asociadas a esos acordes. Quizás es que me hace viajar a mí misma, pero no hacia mis adentros, sino al pasado desde el presente. No es que me acuerde de situaciones que viví hace un tiempo como desde fuera, desde la lejanía, sino que de repente vuelvo a vivirlas desde dentro, sintiendo por un instante lo que sentía entonces. Entonces, en el pasado, en un tiempo que ya no existe pero sin embargo al que puedo viajar.

Ni siquiera son sentimientos superespeciales, pero me hace gracia que por unos instantes, pueda trasladarme a la velocidad de la luz hasta hace unos meses y volver a ser la que era de forma plena, completa. Me salgo de mi cuerpo, viajo hasta el cuerpo inexistente de hace unos meses, me meto en el traje, me convierto en otra, revivo lo vivido y vuelvo a mi cuerpo de ahora otra vez. Sí, estoy en el despacho de mi casa, este es mi ordenador y sigo escribiendo el documento en el que estaba hace unas milésimas de segundos.

También eso hace que me dé cuenta de la cantidad de momentos emocionales que pasamos a lo largo de la vida. No lo parece, parece que somos una barca que flota y que sube o baja por las olas sin cambiar apenas. ¡Que va! Cambiamos un montón, nuestro estado de ánimo nos condiciona muchísimo hasta el punto de convertirnos en cada etapa, en un mini-yo distinto. Y la música es el mecanismo que sin quererlo, me abduce y me hace viajar a esos embalajes que andan vacíos porque ahora yo estoy aquí, llenando este recipiente momentáneo perecedero en el tiempo.

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