Desde que estoy embarazada, me choca comprobar que he entrado a formar parte del club de las personas non gratas en el transporte público, porque por primera vez en mi vida soy de esas personas a las que hay que dejar sentarse. Grupo que comparto con la gente mayor y los minusválidos.
Que es entrar en un autobús abarrotado y a la gente sentada se le disparan los ojos, uno hacia Cabo Cañaveral otro hacia los Caños de Meca como a los camaleones, haciendo de Fernando Trueba un mero principiante del estrabismo. Todo con tal de que no te des cuenta de que han visto el bombo, el bastón o las manos atríticas para no tener que levantarse ni aunque estén en sitio reservado. Hay gente que hace verdaderas virguerías a tal efecto, todas ellas con el común denominador de tener muy pero que muy poca vergüenza y educación.
Menos mal que no siempre es así y que de vez en cuando alguien se levanta y te deja su asiento. Todavía hay mucha gente estupenda en el mercado, aunque no sean la mayoría.
Lo peor es cuando ves que el que se levanta a dejar el sito a la señora mayor es el minusválido y el que cede el sito al minusválido es la embarazada y a su vez a esta la deja sentarse una persona que perdió la juventud hace tiempo.
Entre locos anda el juego.
3 comentarios:
Que razón tienes Lauri, yo también me he fijado en el metro. Es una verguenza!
Te cuento que la situación que tan bien describes sucede tambien por estas latitudes , en Argentina (donde se pensaba teniamos la "exclusividad " de "los distraidos , dormidos y otros etc ").Por aqui sucede lo mismo en trenes , subtes (metro) y transportes en general.
¡Ay! Carlos, si es que para nuestro pesar, esto de la globalización también se extiende a las malas costumbres...
Aún así, ¡¡viva Argentina!!
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