lunes, 24 de enero de 2005

Sueños de guisante II

Esta noche he pilotado un helicóptero, en sueños claro.
Era genial, muy real, y yo me pregunto de dónde saca el cerebro la información para de pronto ponerte a pilotar un helicóptero, casi como Trinity en matrix cuando le preguntan si sabe pilotar uno y ella dice “-not yet.” Ahí estaba yo, subiendo y bajando y moviéndome por todos lados con mi helicóptero por la ciudad, con ayuda de una palanquita, una especie de joystick (por cierto que de la etimología de joystick también se podría hablar largo y tendido, por que a mi me suena a palito de la alegría…). Una cosa es cierta, pilotar mola mucho más que conducir en sueños.
Todo se ha estropeado cuando me he interferido a mi misma en el sueño, pensando: -¡qué genial, vaya sueño más chulo!-. Me he emocionado demasiado y creo que me he desconcentrado, el caso es que de pronto ya no estaba en mi flamante helicóptero sino que tenía que escapar de un campamento de prisioneros de la edad de piedra. Salía de una cueva, pasaba por debajo de un arbusto y corriendo me metía en un restaurante tipo trattoria (¿?) y cuando venía la mala, por que era mala, a cogerme, le pegaba en la cara con una berenjena…

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