martes, 11 de enero de 2005

Hoy he ido al médico


Hoy he ido al médico y llevaba en un sobre muy grande una radiografía de mí por dentro. Entonces me he sentado, delante de su mesa, debajo de esos cuadros que avalan su sabiduría, y el médico me ha dicho algo malo. Y yo, pues he tenido que mirar al suelo. Me ha dicho que tengo pérdidas de salud. Eso es por que el sobre de la radiografía era azul y no verde, como la esperanza.

Entonces ha comenzado a detallar una lista más o menos grande, mientras hilaba un "no puedes" a actividades más o menos cotidianas y un "tienes que" a actividades más o menos rollo. En realidad, ha encerrado en una jaula verbos que antes eran libres y estaban llenos de viento. Ha secado la piscina en la que tengo que ir a nadar. Ahora Pilates tiene un fin concreto. Vaya, vaya, bocadillo de caballa.

Y entonces, hoy me he dado un día de tregua. Estoy abatida porque me da la gana. Y no lucho por ponerme bien sino que me balanceo tranquilamente en un mundo interno de silencio. También sé que hago esto porque mañana estaré animada, porque siempre lo consigo. Y veré cosas buenas de todo esto, cosas positivas que sacaré del total de esta situación. Y todo me hará más gracia aunque no deje de importarme. De hecho, estos pensamientos positivos empiezan a aparecer ya por las esquinas (por favor, ¡os queréis esperar un poco! Jolines….). Pero yo hoy quiero estar gris. Quiero darme el lujo de poder llorar por las esquinas por alguna razón. ¿No veis que es como llorar una sola vez por todo?

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