martes, 22 de febrero de 2005

Su primera vez

Él recogía toda la nieve que podía con sus manos, e intentaba hacerla rodar por el suelo para hacer una bola grande grande que sirviese como cuerpo. -Pondremos tres- me decía, -dos para el tronco y una para la cabeza-. Unas hojas sirvieron de ojos y un palito lo hizo sonreír. ¡Qué muñeco más chulo quedó al final! ¡tenía hasta orejas!

Y fue genial estar con él la primera vez que hacía un muñeco de nieve y compartir su alegría y excitación.
Nunca es tarde si la dicha es buena, y 26 años es una edad tan buena como otra cualquiera para una primera vez.

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