lunes, 7 de febrero de 2005
Esto del feminismo...
Me parece a mí que esto del feminismo me tiene un poco confundida. En seguida, si a una le preguntan sobre sus inclinaciones más profundas, no duda en subirse inmediatamente al carro de esto de la Nueva Era, la liberación de la mujer, la igualdad de sexos, la educación de género… ¡faltaría más!, que no la vayan a llamar a una retrógrada chapada a la antigua a estas alturas de la película. Yo, ¡a mí que soy tan moderna! Y esas palabras, ¡que suenan tan bien!
Pero el caso es que… no sé… dentro de mí, desde un lugar remoto de mi conciencia, resulta que en este tipo de situaciones autoreflexivas suele haber una voz chiquitiiiiita, que tímidamente me dice desde ahí dentro “oye, jefa, que yo no, que yo no me quiero subir al carro ese”. Así que hoy me he decidido a hacerle una entrevista a esa vocecita interna y, con el ánimo de intrépida enviada especial a los confines más ocultos de mi yo más interno, he preparado una batería de preguntas que prosigo a transcribir:
YO.- ¿Preparada?
yo.- Sí.
YO.- Pongo en funcionamiento la grabadora entonces… A ver, ¿la primera pregunta era…? ¡Ah, sí!, mmmm… si tuvieras que tomar una postura, para centrarnos un poco, entre anti o pro feminista, ¿por cuál te decidirías?
yo.- Pues si te digo la verdad, no puedo decidirme a estar ni en un grupo ni en otro. Lo que quiero decir es que precisamente eso es lo que me pasa, que no consigo decidirme. Mira, me parece que por una parte me imagino que como mujer, o proyecto de, pues debería sentirme inclinada hacia esta lucha social en la que estamos y sentir un llamamiento por la causa. Pero por otra, es que no lo siento.
YO.- Ya veo… ¿y qué es lo que crees que no te convence?
yo.- Pues, desde hace mucho tiempo, siempre he tenido un poco de problema en eso de unirme a grupos o definirme con una palabra que implica que siento y hago cosas predeterminadas, ya definidas, sin pensarlo. Porque es que yo lo pienso, y hay veces que no consigo sentir o actuar como se esperaría de mí.
YO.- No entiendo…explícate mejor.
yo.- Pues… a ver… es como si dentro de mí, estuviera llena de conflictos. Yo quiero sentirme feminista y quiero de verdad creer en la liberación de la mujer y esas cosas, pero es que me parece que el modelo que se está generando no me va del todo. No sé, continuamente nos están bombardeando con mensajes de mujeres estupendas, ejecutivas de nivelazo, mujeres que además de ser madres, han estudiado no sé cuántas carreras y además han contribuido con su inteligencia a que cambie el mundo. O escritoras que dicen lo que piensan en lugares donde hacer eso te cuesta la vida. O ejemplos así. Y yo me miro, y me doy cuenta de que no tengo ninguna de esas virtudes y que posiblemente, no tenga el cerebro ni la inteligencia de destacar sobre las demás.
YO.- ¿Es un complejo de inferioridad o algo así?
yo.- No, que va, yo creo que es cuestión de patrones mal vendidos. O sea, que a las chicas de ahora, pues nos están todo el día dando ejemplos de mujeres 10 super seguras de sí mismas y vendiéndonos la moto que el feminismo es eso, es el éxito de la mujer, el reconocimiento social, etc. ¿Pero qué reconocimiento social? A mi esas cosas me cabrean bastante porque, desde luego que no le quito mérito a las mujeres que tanto se lo curran, pero las demás, digo yo, también tendremos algo que decir en esta historia, ¿no?
YO.- ¿Y qué tenéis que decir?
yo.- Pues lo normal, yo que sé. Que el feminismo está aquí abajo y que no se trata de éxito y de prestigio social, sino del día a día, de un montón de chicas normales que tenemos un cacao en la cabeza entre lo que queremos ser y lo que deberíamos ser que ni te cuento. Es que todo es un mar de dudas y una no sabe ya qué pensar… Por ejemplo, yo ahora mismo, en este momento de la vida en el que me encuentro, pues tengo que decidir muchas cosas y bueno, más o menos, intentar planificar en qué tipo de futuro quiero embarcarme. Y claro, no lo sé. Por una parte, pues me gustaría mucho llegar a algo en mi trabajo, y dedicarme a tener una vida profesional plena y con muchas metas que cumplir. Pero por otro lado, también me gustaría formar una familia, y dedicarme a mis hijos de esa forma que una no puede dedicarse si trabaja. Una duda enorme que pone en la palestra dos eternas rivalidades… pero bueno, hasta ahí, todo razonable, es una duda normal, de las de toda la vida... Pero, ¿qué me dice el patrón del feminismo de todo esto? Pues según lo que me han vendido, yo tendría que ser una super woman y ser capaz de sacar las energías para todo y hacerlo todo además feliz y contenta. Y además, buscarme un marido igual de feminista que yo que me ayudara en las tareas del hogar y en todo. ¡Casi ná! Porque quedarme en casa, cuidando de mis hijos solamente y abandonando mi desarrollo profesional, es una pérdida de mi inteligencia y finalmente, una muerte lenta, lenta. Ves, ahí es dónde yo veo que está uno de los problemas. En toda esta carrera, se nos ha olvidado el que quizás, deberíamos habernos planteado cambiar los valores sociales de la gente. Deberíamos quizás haber empezado por valorar un papel o una función en la sociedad que está totalmente desprestigiado y que hace que, un gran número de mujeres hoy en día, se sientan fracasadas. Hemos intentado crear perfiles nuevos y quizás habría sido menos doloroso para todos haber hecho una reflexión sobre si los antiguos no nos valían. A lo mejor no estaban tan mal.
YO.- Bueno, no sé, ahora la mujer tiene más libertad.
yo.- Pues eso es lo que me creía yo pero no estoy segura… Es verdad que hemos salido a la calle y hemos dicho eso de “oye, tú, que yo también sé ser jefa si quiero y que yo también puedo llevar una empresa si quiero y que yo sé decidir sobre la economía del mundo si quiero”. Pero es eso: si quiero. Y si no quiero, pues me gustaría poder salir a la calle y decir “oye, qué yo también puedo quedarme en casa con mis hijos si quiero sin sentirme mal y tú también puedes si quieres, porque esto también es bonito y tiene una función social importantísima”. ¿No te parece?
YO.- Pues supongo que sí.
yo.- Y ya, más a pequeña escala, pues no ruborizarme cuando pienso que me encantaría encontrar a un hombre que me protegiera cuando tuviera miedo y que me refugiara en su abrazo cuando estuviera cansada. Quiero poder sentir con total libertad moral que me encantaría que me cuidara alguien que además me abriera la puerta de la tienda para que entrara y que me ayudara con las bolsas cuando voy cargada, que tome la iniciativa y que sea él el que me llame cuando no somos ni novios para ir al cine… y que le gustara lo que cocino porque me gusta cocinar para lo demás y en especial para la persona que quiero. Y eso no quiere decir que me tratara como un florero, jolines, que no es eso. Simplemente tener la tranquilidad de poder ser lo que te han enseñado que es ser chica de toda la vida porque te apetece, pese a que ahora esté mal visto y no nos tenga que apetecer. O sea, que no sea algo malo sino una opción, al mismo nivel que ser empresaria o mecánica o escritora o bailarina o lo que quiera ser. De verdad, lo que yo quiera.
YO.- ¿Algo más que añadir?
yo.- Pues de momento, no, pero este post siempre puede cambiar, jeje.
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