lunes, 7 de febrero de 2005
El Mar Muerto
Quizás estar en el Mar Muerto es estar en un estado intermedio entre la tierra y el agua. Y de repente una se encuentra ahí, flotando en la inmensidad de la nada y diluyendo sus penas en liquido altamente concentrado. Y por eso, cuando estás dentro, te entra una risa que no veas y una se siente estupendamente feliz.
Pocas horas después de estar allí, le escribí un mail a un amigo. Espero que no se moleste si rompo nuestra intimidad y pego aquí en el blog un trocito de nuestra conversación. Pequeñito. Je, je, tampoco creo que lo lea así que esto es medio de estrangis, un secretillo. Oye, corazón, si lo lees... pues no te enfades. Ahí va:
“Y después he probado el Mar Muerto, una sensación extraña. Parecía que el agua fuera dura o que estuviera hecha de látex, porque te envolvía pero no te dejaba caer. Es agua que te sostiene. Y puedes ponerte de pie sin tocar fondo y que tus hombros salgan del agua completamente. Y claro, ante eso no puedes parar de reírte y reírte, hasta que te duele tanto la tripa que no puedes nadar. Pero no importa, porque el agua te manda hacia arriba y solo tienes que dejarte llevar. Y además, nos ha tocado el momento en el que se ponía el sol, naranja, enorme, cayendo sobre el agua... y yo tiritaba de frío, mi cuerpo entero temblaba de hipotermia, pero me daba igual porque era tan feliz que ni el frío ni el calor me importaban”.
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