En ocasiones ser mujer, mujer guisante en este caso, es como estar en un tiovivo.Las hormonas a veces se apoderan de todo y es terrible. Hace una semana más o menos creo que asistimos a un fenómeno masivo pero callado, y fue el despertar de las hormonas primaverales de miles de mujeres.
En efecto, quién sabe si por acción de cambios en la temperatura o pequeñas variaciones en las horas de luz, las hormonas se dijeron a si mismas:
-¡¡¡la primavera ha llegado, en marcha, yuhuuuu!!!
Mientras que nos gritaban a nosotras:
-¡pero tú has visto qué pedazo de tío! ¡rápido, haz algo idiota!
Fue una revolución, sin previo aviso un porcentaje anormalmente elevado de hombres era altamente atractivo, y la vida parecía un delirio. Como cuando Homer Simpson sueña que está en el país del chocolate.
Lo malo, es que hace pocos días creo que las hormonas notaron que se habían precipitado, apagaron las luces y se marcharon en silencio. El mundo perdió brillo, parecía poblado de nuevo sólo por tipos grises, toda la gente del autobús tenía aspecto desagradable, todos bigote, hombres y mujeres, los adolescentes hablaban demasiado alto, las señoras mayores empujaban más de lo usual y yo empecé a desear de nuevo que volviese la primavera.
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