jueves, 27 de enero de 2005
Ser feliz no es ser lela
Creo que no me gusta la gente que no tiene ganas por vivir. La gente de la que hay que estar tirando continuamente para que haga algo, para que se interese por lo que le rodea, la gente que pasa caminando por su vida como si fuera una cinta transportadora sobre la que no tiene que hacer ningún esfuerzo. Esta gente me cansa y además, me hace sentir un poco idiota.
Yo tengo miles de defectos y me odio con una exactitud y una concisión que me sacan de quicio. Me conozco y no me perdono una. Pero también de vez en cuando me despisto y me reconozco algunas virtudes que me hacen la vida más llevadera, ¡qué leche!, y que me permiten tener la fuerza de salir por ahí y relacionarme con mis semejantes. Y una de esas virtudes es que tengo una capacidad innata para interesarme por la vida. Con todo lo que ello conlleva. Y de reírme y de querer verlo todo y de sentir la necesidad de conocer cómo va esto del mundo. Eso no quiere decir, no obstante que haya veces que no me sienta triste. Eso es otra cosa.
Y lo que menos me gusta de la gente que tiene pocas ganas de vivir es que cuando te ven contenta y alegre, ilusionándote por cualquier cosa, te miran por encima del hombro y parece que piensan que eres medio lela, como si no le dieras importancia a la pesadumbre de la vida, o no fueras capaz de entender lo profunda y dolorosa que es. “Ay, pobre, mírala qué graciosa tan inocente ella”. Y tus problemas son memos porque siempre puedes sacar la varita mágica del optimismo y arreglarlo todo como por arte de magia. ¡Por arte de magia! ¡Madre mía!
Pues lo que yo quiero decirle a la gente que se deja vencer por el pesimismo cada mañana, que siente en sus carnes el dolor de la vida, es que a mi me parece que son un poco flojos. Que lo más fácil en esta vida es dejarse llevar por el abatimiento y sentirse triste, incomprendido y pensar que no hay lugar en el mundo para ti. Incluso te da un aire de culto y trascendente. Pero que el ejercicio de autocontrol de pasar por encima de eso y verlo todo de otro color, intentar avanzar para que todo se solucione… es tremendamente más complicado. Y que para nada significa ignorar la realidad ni ser lela. Y que los que intentamos ser felices, también podemos tocar el entendimiento del mundo.
¡Ale!, ahí queda eso.
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