Ya estoy de vuelta en casa después de unas vacaciones. Y ya me he metido en la loca rueda del último mes de embarazo, con todas sus consecuencias. Y eso que estoy como una rosa...
He comenzado bien descorchando la botella de la bienvenida al mundo real teniendo mi primera sesión de masaje de periné. Y no puedo resistir contar semejante experiencia en este blog porque sé que es una de las partes que más ansían conocer las espectadoras de este proceso de gestación que estoy viviendo. Va por ellas y siento compartir cosas tan íntimas con aquellos que no estéis preparados. Pero, ¡arriba la naturalidad!
Citando a una gran amiga, diré que para resumir y para que lo entendáis en pocas palabras, tengo ahora mismo el chichi hecho flecos. ¡Dios del amor hermoso! Creo que no me voy a recuperar de esto y no podré cerrar nunca más las piernecitas en mi vida, por no decir montar en bici.
Nada más llegar te tienes que despatarrar en paños menores en una camilla de fisioterapeuta. Esto, en el octavo mes de embarazo y con 34 años, con todas las revisiones médicas que llevas a tus espaldas, pues no es tan traumático. Pero sigue intimidando abrir tu flor de loto a una desconocida que sin más dilación, te introduce dos dedos lubricados pero con uñas largas en tus partes pudendas mientras comenta tranquilamente el menú del día o lo divertido que es que a todas las embarazadas nos de por colocar los armarios el último mes cuando estamos como un obús.
Y entonces, comienza la tortura, porque los dedos es lo de menos. Empieza a girar y a estirar ese músculo que por lo visto tenemos ahí abajo (efectuando en toda regla un conocido centrifugado de chichi y mal) tirando como si quisiera acabar con él en la mano y metiéndoselo en el bolso envuelto en papel albal. Tampoco lo habría notado porque después de un rato es un apéndice de caucho y se lo regalarías con alegría con tal de que parara.
Y venga para arriba y para abajo, y pellizcos y estiramientos. Y tú viendo pasar las menecillas de reloj lento, muy lento. Lentísimo de hecho. Intentando eso que hacemos todas que es relajar la zona en primera línea de guerra cuando sabemos que es una utopía que bien se merecería una canción de Silvio Rodríguez. Y respiras.
Y a todo esto, tu pareja está ahí situado en primera fila con la experta aprendiendo porque te lo tiene que hacer todos los días en tu casa. Sí, sí, sí, como os lo cuento. Todos los días durante diez minutos. Y entonces se ponen a hablar diciendo lo que no tiene y lo que tiene que hacer, con casos prácticos sobre la marcha con tu material reproductivo, mientras tú sudas la gota gorda intentando hacerte la maja y no llorando. En realidad, la masajista lo dice con palabras técnicas pero el objetivo es dejar la zona como el esparto y acabar erradicando de cuajo todas las terminaciones nerviosas que tiene mi músculo malherido. ¡Y eso que la primera sesión es la más light! Prefiero no pensar en la intensidad creciente de dolor que esto puede significar. Y además, entran en juego globos y pelotas que prometen de esta aventura algo sin igual de aquí a que esté en el potro de expulsión.
Por otro lado intuyo que quizás, si la masajista tuviera las uñas más cortas, esto habría sido más fácil y se habría reducido el raspado innecesario. Quizás ahora tendría mucosa. Espero que no tengan que hacerme una citología en 15 años porque ahí no queda material para nada. Todo me hace hasta pensar que las manos de carpintero de mi Picapino serán más agradables con su manicura bien hecha. También es que a él le puedo insultar con amor y claro, poner a parir a una desconocida pues me daba apuro...
Pero bueno, todo sea por un buen parto. Os iré contando porque hasta estas aventurillas las vives con alegría. ¿No venderán hormonas de estas que tengo por el cuerpo para después del embarazo? No estaría mal.
miércoles, 25 de agosto de 2010
jueves, 12 de agosto de 2010
Educación inglesa
He instalado un punto intermitente de vigilancia e investigación en la piscina. Parece que leo un libro, y lo hago, pero eso no impide que de vez en cuando vaya tomando apuntes mentales fruto de mi capacidad de observación.
Me encanta mirar a los ingleses que hay en la urbanización. Un mundo tan dividido por la frontera de la educación. Y es que hay muy poca clase media en cuanto a los modales se refiere, que bien parecen hooligans venidos a más o parecen todos como recién salidos de tomar el té en Buckingham Palace. Fascinante.
Lo que más me atra en estos momentos y la temática elegida para mi investigación veraniega, es la forma que tienen de tratar a los niños los que son educados. Sobre todo, mi trabajo personal alcanza sus mejores avances y los resultados son más consistentes cuando me puedo permitir, por casualidades del destino, la comparación con una familia autóctona española de las de pura cepa. Entonces recojo datos mentales como una loca.
Me encanta porque no gritan, aunque suene a tópico. Pero es que no es que no griten ellos, es que no les gritan a los niños. Mientras la madre española no deja de decile a su Osé Manué a gritos que deje de correr por las baldosas de la piscina, desde la silla por supuesto y sin ningún límite aparente en cuanto a la distancia que lo separa de su retoño, la madre inglesa simplemente se lo dice en un tono nuetro, sin agobios y sin hacer partícipe a todos los vecinos del diálogo intrafamiliar. Fascinante.
Y también juegan con ellos bastante, lo que pasa es que precisamente eso: juegan ellos y no de nuevo todo el vecindario, que hemos sido testigos de los avances del tal Osé Manué en cuanto a su aprendizaje en técnicas de natación más avanzadas, tirarse de cabeza o cualquier otra hazaña que le haya dado a la madre por que aprenda, todo esto de nuevo desde la silla. Los ingleses tambien nadan e intentan enseñar a su prole a tirarse desde el bordillo de múltiples maneras, perono te mojan en el intento cuando pasas nadando (porque no les dejan) y se sientan con ellos en la piscina con las piernecillas colgando, ya que si no tendrían que gritar y molestar a todo el mundo. Y esto a parte de contribuir a la buena convivencia también digo yo que sirve para enseñarle un poco de educación en la ciudadanía a sus hijos y no ponerles histéricos a la mínima de cambio con tanto grito durante toda la mañana para que luego le sienten mal los macarrones con tomate del almuerzo.
En fin, cosas del directo. Que digo yo que un poco de vidilla en la vida de un niño está bien, pero que tanta...
Me encanta mirar a los ingleses que hay en la urbanización. Un mundo tan dividido por la frontera de la educación. Y es que hay muy poca clase media en cuanto a los modales se refiere, que bien parecen hooligans venidos a más o parecen todos como recién salidos de tomar el té en Buckingham Palace. Fascinante.
Lo que más me atra en estos momentos y la temática elegida para mi investigación veraniega, es la forma que tienen de tratar a los niños los que son educados. Sobre todo, mi trabajo personal alcanza sus mejores avances y los resultados son más consistentes cuando me puedo permitir, por casualidades del destino, la comparación con una familia autóctona española de las de pura cepa. Entonces recojo datos mentales como una loca.
Me encanta porque no gritan, aunque suene a tópico. Pero es que no es que no griten ellos, es que no les gritan a los niños. Mientras la madre española no deja de decile a su Osé Manué a gritos que deje de correr por las baldosas de la piscina, desde la silla por supuesto y sin ningún límite aparente en cuanto a la distancia que lo separa de su retoño, la madre inglesa simplemente se lo dice en un tono nuetro, sin agobios y sin hacer partícipe a todos los vecinos del diálogo intrafamiliar. Fascinante.
Y también juegan con ellos bastante, lo que pasa es que precisamente eso: juegan ellos y no de nuevo todo el vecindario, que hemos sido testigos de los avances del tal Osé Manué en cuanto a su aprendizaje en técnicas de natación más avanzadas, tirarse de cabeza o cualquier otra hazaña que le haya dado a la madre por que aprenda, todo esto de nuevo desde la silla. Los ingleses tambien nadan e intentan enseñar a su prole a tirarse desde el bordillo de múltiples maneras, perono te mojan en el intento cuando pasas nadando (porque no les dejan) y se sientan con ellos en la piscina con las piernecillas colgando, ya que si no tendrían que gritar y molestar a todo el mundo. Y esto a parte de contribuir a la buena convivencia también digo yo que sirve para enseñarle un poco de educación en la ciudadanía a sus hijos y no ponerles histéricos a la mínima de cambio con tanto grito durante toda la mañana para que luego le sienten mal los macarrones con tomate del almuerzo.
En fin, cosas del directo. Que digo yo que un poco de vidilla en la vida de un niño está bien, pero que tanta...
miércoles, 11 de agosto de 2010
En una playa de rocas
Todos los días vamos a la playa por la mañana. Aquí las playas son malas y la arena está muy lejos de ser la arena que el año pasado disfrutábamos en Sarasota de la compañía de Miki. Hay piedras por todos lados y te haces daño en los piececillos cuando te quieres bañar. Pero aún así, vamos a tumbarnos sobre lo que tenemos, que es menos que nada, y sacamos la sombrilla. Y desde allí viajamos hasta donde nos lleven nuestros libros.
Ayer fuimos a una de arena y tuvimos que buscar concienzudamente un hueco para poner la sombrilla. Es lo que tiene el poder meterte en el agua sin cagarte en toda la geología española y sus múltiples minerales y piedras no preciosas. Creo que preferimos nuestra soledad alicatada que compartir con medio pueblo la poca franja de arena que queda entre el terraplén y la orilla. Cuestión de gustos.
Eso sí, ¡¡hoy toca piscina!! Con su cloro, sus baldosas, su agua transparente, su asepsia, su ausencia de medusas o tiburones blancos hambrientos... si es que en el fondo, soy más de ver lo que pasa en el fondo que sirena.
Ayer fuimos a una de arena y tuvimos que buscar concienzudamente un hueco para poner la sombrilla. Es lo que tiene el poder meterte en el agua sin cagarte en toda la geología española y sus múltiples minerales y piedras no preciosas. Creo que preferimos nuestra soledad alicatada que compartir con medio pueblo la poca franja de arena que queda entre el terraplén y la orilla. Cuestión de gustos.
Eso sí, ¡¡hoy toca piscina!! Con su cloro, sus baldosas, su agua transparente, su asepsia, su ausencia de medusas o tiburones blancos hambrientos... si es que en el fondo, soy más de ver lo que pasa en el fondo que sirena.
Un golpe de efecto
Este ha sido el segundo libro del verano, que ha supuesto el primer encuentro con el personaje de Myron Bolitar.
Una novela que ronda alrededor de la investigación sobre un asesinato y que trae a la palestra una serie de personajes cada cual más extraño. Sobre todo un amigo suyo del que podríamos decir que es un primo hermano de Dexter y que da pie a que en el texto, el autor traiga otra vez la doble moral esta de si matar a la escoria del universo, cogiendo la justicia por la propia mano, es un delito o un favor a la sociedad. Y se queda más ancho que largo... No sé, a mi me dio un poco de cosa pero es que últimamente, parece que todos se han puesto a hablar de cosas un poco chocantes para la moralidad como si fuera la cosa más normal y aceptada del mundo, planteándolas desde una óptica que si te relajas y te dejas llevar por la lectura sin alarmas, terminas tragándotela tan ricamente (véase también Invisible de Paul Auster).
Pero a parte de esto, la novela me ha gustado y puede que busque más títulos de la saga Bolitar. Ahora de momento, estoy con uno que me está encantando, pero eso ya es harina de otro post dentro de unos días.
Una novela que ronda alrededor de la investigación sobre un asesinato y que trae a la palestra una serie de personajes cada cual más extraño. Sobre todo un amigo suyo del que podríamos decir que es un primo hermano de Dexter y que da pie a que en el texto, el autor traiga otra vez la doble moral esta de si matar a la escoria del universo, cogiendo la justicia por la propia mano, es un delito o un favor a la sociedad. Y se queda más ancho que largo... No sé, a mi me dio un poco de cosa pero es que últimamente, parece que todos se han puesto a hablar de cosas un poco chocantes para la moralidad como si fuera la cosa más normal y aceptada del mundo, planteándolas desde una óptica que si te relajas y te dejas llevar por la lectura sin alarmas, terminas tragándotela tan ricamente (véase también Invisible de Paul Auster).
Pero a parte de esto, la novela me ha gustado y puede que busque más títulos de la saga Bolitar. Ahora de momento, estoy con uno que me está encantando, pero eso ya es harina de otro post dentro de unos días.
lunes, 9 de agosto de 2010
Cualquier otro día
Este ha sido el primer libro del verano. Aquí va lo que me ha parecido.
El primer capítulo estuvo a punto de hacerme abandonar. Me dije "buenooooo, otro libro de yankis pesados con personajes que solo dicen palabrotas..." pero las personas que me lo recomendaron me animaron a seguir leyendo. Y se lo agradezco.
Resulta que el tocho en cuestión es un libro bastante apasionante y, en mi caso una virtud literaria necesaria, bastante entretenido. Duro a veces, de eso que te da sustito seguir leyendo porque ves que se avecina lo peor, pero un buen viaje por la vida americana y un momento de su historia complejo. Odias, te da rabia, tienes esperanza, lo das todo por perdido, luego ves la luz... todo eso ocurre en sus páginas.
Y mira que a mi la narrativa americana no me gusta nada. Que la forma de escribir normalmente no me llega, me aburre, no le veo yo el tirón. Pero he de decir que esta novela me ha gustado y la recomiendo para este verano.
Y si esperamos un poco, para los más vagos, la veremos en el cine. Puede ser una gran película o un bodrio americano exalta pasiones con algún guapito encabezando la cartelera. Para eso, tendremos que esperar y ver, como siempre.
El primer capítulo estuvo a punto de hacerme abandonar. Me dije "buenooooo, otro libro de yankis pesados con personajes que solo dicen palabrotas..." pero las personas que me lo recomendaron me animaron a seguir leyendo. Y se lo agradezco.
Resulta que el tocho en cuestión es un libro bastante apasionante y, en mi caso una virtud literaria necesaria, bastante entretenido. Duro a veces, de eso que te da sustito seguir leyendo porque ves que se avecina lo peor, pero un buen viaje por la vida americana y un momento de su historia complejo. Odias, te da rabia, tienes esperanza, lo das todo por perdido, luego ves la luz... todo eso ocurre en sus páginas.
Y mira que a mi la narrativa americana no me gusta nada. Que la forma de escribir normalmente no me llega, me aburre, no le veo yo el tirón. Pero he de decir que esta novela me ha gustado y la recomiendo para este verano.
Y si esperamos un poco, para los más vagos, la veremos en el cine. Puede ser una gran película o un bodrio americano exalta pasiones con algún guapito encabezando la cartelera. Para eso, tendremos que esperar y ver, como siempre.
Vacaciones
Llevo como dos semanas de vacaciones y mi productivo neto es prácticamente cero. Solo me salva que de vez en cuando pongo el lavaplatos y ayer puse la lavadora. Esa ha sido toda mi actividad estos días.
Lo demás: tumbarse en la piscina, bañarse en la piscina, tumbarse en la playa, bañarse en la playa, comer, cenar y leer. Prácticamente creo que no me dejo nada fuera. Pero bueno, tampoco he venido a hacer más. Lo raro es que el Picapino se está animando y ha dejado su hiperactividad en Madrid para acoplarse perfectamente a este ritmo sosegado. Raro, raro.
Ni la visita de Michelle Obama nos está afectando...
Por culpa de mi insomnio, o gracias a él, también me estoy reconciliando con mi reader. ¡La de cositas que estoy encontrando!
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