El primer personaje que se me ocurrió describir fue un gestor de fortunas. Y fue más o menos así: el otro día caminaba yo por el puente del mont-blanc y veo delante de mí, marchando con un aire de tiburón, un tipo al principio de la cuarentena (la de la edad, no la de la enfermedad, auque nunca se sabe) con un traje que, más que hecho a medida parecía haberle crecido del cuerpo, tanto era preciso. Zapatos lustrados. Andar seguro. Balanceo de cabeza al andar similar al de una estrella de cine. Móvil ultra moderno-fashion-caro-de-diseño en la mano y en la oreja: “Te aconsejo una inversión de tipo bla bla” decía, como quien sabe muy bien lo que dice o como quien sabe fingir muy bien que sabe lo que dice.
Bancos privados que parecen hoteles de lujo, gestores de fortunas sueltos por la calle, forman parte del ecosistema ginebrino. Personajes que son avistables sobre todo a la hora de comer cuando les abren las puertas de los bancos y superoficinas y pueden dispersarse por el centro para comer una ensalada de nouvelle cuisine. Algunos cambian el megatraje por ropa de deporte carísima y salen a correr aprovechando la pausa de la comida. Estos suelen ser los gestores de fortunas y empleados de banca que, bien entrada la treintena, optan por una vida más “sana”, en la que siguen trabajando demasiado y siempre a ritmo vertiginoso pero lo combinan con la sofrología y el zen, una alimentación equilibrada, una afición creativa y de moda pero no demasiado exigente, una pareja del banco de al lado y un poco de ejercicio físico...
2 comentarios:
donde te vas?
Lo paso muy bien con este blog. Desde donde quiera que vayas, sigue con tus comentarios.
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