martes, 20 de marzo de 2007

Próxima estación: esperanza

Siempre que oigo eso con amigos en la canción de Manu Chao digo muy orgullosa: “eso es del metro de Madrid.” Y me quedo como muy ancha.

¿Cuál es mi próxima estación? La candidata más seria por ahora es Ljubljana, la capital de Eslovenia. Es una ciudad pequeñita pero muy chula, con un río que la cruza, unas montañas que la rodean, un castillo en lo alto de una colina y el mar a una hora de coche (claro, un mar muy estrechito de 40 km., pero mar al fin y al cabo). Allí la gente te mira a la cara por la calle, te dice “salud” si estornudas y las cervezas, por defecto, son de medio litro.

Creo que voy allí en mi afán secreto por aprender idiomas cada vez más minoritarios, hasta que acabe yo inventándome uno propio, porque después de intentar aprender finés, que tiene unos cinco millones de hablantes creí que no iría más lejos, y heme aquí con un curso de “Colloquial Slovene” y un diccionario y todo, dispuesta a hincarle el diente a una lengua eslava con dos millones de hablantes y unos nueve dialectos.

Pero será un buen cambio, tengo mucha esperanza en ello. Al menos la gente parece tener más ganas de vivir que la de aquí y tienen curiosidad por ti y eso es agradable, para variar un poco de la actitud extremamente correcta ginebrina. Desde luego ya iré contando como va todo. Pero aún falta, aún la malvada agencia inmobiliaria tiene que liberarme de mis obligaciones para con ellos... ¿qué pasará?... chan chan...

No hay comentarios: