martes, 18 de julio de 2006

Tele sin cable


Ayer, después de plancharme una pila de ropa hecha montaña arrugada, me senté a tomar el aire en mi terraza. Y sola, a oscuras en el silencio de la noche, me sentía como una transgresora de la rutina. Pues mirando a mi alrededor, en todas las casas se podía ver el destello intermitente de la pantalla del televisor. Flash, flash, fundido en negro, flash. Y si tenían la venta abierta y veían lo que veía Javi en el salón, entonces se oía además en diferido.

A la gente le gusta mucho ver la tele al final del día. Es el postre de toda la actividad acumulada. Se sientan, se relajan, se dejan llevar.

A mi la tele no me gusta. No es que esté en contra, ni que piense que es un engaña bobos, porque en realidad, me parece que ese tipo de apreciaciones son una tontería y la vida no puede reducirse en tal medida. A mi lo que me pasa es que no me da tiempo a verla, porque casi siempre tengo algo que hacer, para mi desgracia, o estoy demasiado cansada como para tumbarme en el sofá y no irme a la cama. Y cuando me siento, no consigo mantener la concentración fácilmente en lo que veo. Me disperso y estoy deseando que termine el programa o la película para irme.

También me pasa que me agobia pensar que estoy perdiendo el tiempo. Pienso que en el tiempo que estoy ahí sin hacer nada, podría haber planchado, haber recogido la casa, haber escrito el mail que debo a un amigo, haber acabado tal capítulo del Estudio de Impacto, haber cosido las cortinas, haberme lavado bien los pies, haber escogido la ropa para mañana, haber limpiado la nevera, haber leído, haber escrito dos recetas… Siempre me hago ese tipo de cálculos molestos.

Por eso no puedo estar en contra de la tele. El concepto de televisión y la apreciación que tenemos de ella, tiene que cambiar con los tiempos. La tele de hace años, lo mismo hacía a la gente más tonta o hacía que dejaran de hacer otras actividades más interesantes. Ahora pienso que es un buen bálsamo para el día a día. Un instrumento muy útil para desconectar, para relajarse, para dejarse llevar, para desentumecer las articulaciones agarrotadas por el estrés. Y me gustaría aprender a usarla.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Navegaba por internet con los cabellos desordenados, remando al viento y tras una espiral de enlaces correlativos he llegado hasta aquí. La red de redes te enmaraña en clicks de mouse, se te enreda la información y llegas a costas preciosas como esta. Empecé a leer sin demasiada atención mientras mordisqueaba una galleta y al cabo de media hora me he percatado de que sigo con la misma galleta en la mano, la boca entreabierta y un hilo de baba que se descuelga hasta el teclado. Estupefacto y asombrado me he quedado en las rías de bilbado. Jo, me gusta mucho lo que escribis.
Nada, solo era eso. Mi msn es lucasfilippo@hotmail.com. Soy un chico de tejanos deshilachados, camisetas blancas y sandalias budistas, me gustan los pájaros, subir y bajar montañas y beber vino con los pies metidos en un río pirenaico.Nada mas lejos de mi intención que ligar sin ton ni son.Simplemente me habeis seducido con vuestras sujetos , verbos , predicados y complementos directos. El uso del lenguaje puede provocar adicción, estaba enganchado a Paul Auster y Michel Houellebeq.Ya solo me faltaba Carambola de Croquetas. Soy politoxicómanoooooooooo....