viernes, 14 de julio de 2006

Dulce, de leche


Mi viaje a Argentina se está gestando y tengo ganas infinitas de volar ya para allá. Muchas, muchas ganas. Me apetece irme, desconectar, reírme mucho, pasar tiempo con Javi, ver lugares nuevos, respirar aire puro... no sé, es uno de los viajes en los que el país me llama. Porque hay veces que vas como escaparate, a ver qué se cuece y a empaparte de realidades nuevas (y lo flipas y te lo pasas en grande y no quieres ni parpadear para no perderte nada). Pero hay países que te llaman por tu nombre propio cuando duermes y Argentina es uno de ellos. Como si en su territorio fueras a encontrar una parte de ti que andabas buscando y donde vas a encontrar un banco en el que sentarte y sentirte relajada, como en el epicentro de una verdad. Un poco paranoico, pero mola. Puede que no quiera volverme y entonces de rienda suelta a todos los pájaros que tengo en la cabeza. Alpiste, alpiste, alpiste... O puede que me quede contenta con la tranquilidad que me da la certeza de que existe. Ya veremos.

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