El otro día mi padre me dejó su iPod para hacer unas pruebas. Ayer me subí en el metro abarrotado con este cacharro en mi bolso y decidí aparcar la investigación lisboeta en la que estoy ahora mismo enfrascada para escuchar algo de música. Reconozco que casi nunca escucho música, aunque recientemente mi hermano me ha descubirto Spotify y algunos grupos y soy ya medio moderna. Estoy en ello, o eso creía.
Revisé la lista de grandes éxitos que tenía el iPod dentro y no me defraudó: Carina, Los Secretos, Los Bravos, Raphael... Parecían buenas opciones para una mañana cualquiera. Así que ni lo dudé y decidí arrancarme con un Victor Manuel y su "sólo pienso en tí" para retomar la cuesta del ánimo musical con algo de Los Brincos. Y de ahí, no paré de escalar en el repertorio musical de ensueño.
Ya decía yo que este iPod se escuchaba muy flojo, por más que subía el volumen. Y es que claro, cuando se me cayó uno de los cascos por un mal movimiento de brazo, ¡me di cuenta que los tenía mal puestos y que el iPod maldito estaba tronando a toda vela, amenizando con mi variadito musical a todo el vagón de metro! Y a la gente de dentro, obviamente.
¡Qué vergüenza! Aysssssss....
1 comentario:
Por Diooooooosssss es buenisimo! Es que lo peor no es que amenizaras a la gente, al fin y al cabo la música elegida es buenísima, sino ver la imagen de tus orejas con los cascos al reves!!!!!! Es que la gente debió flipar con la imagen! Angel mío........
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