lunes, 4 de abril de 2005
En el piso de arriba
En el piso de arriba no vive nadie ni hay nada y no hago más que oir ruidos y movimiento de objetos pesados. Alguien anda en las azoteas del edificio y se ha montando un campo de operaciones indecorosas ahí, ha colgado los cables del ordenador y los micrófonos de las vigas de madera. Y andan agachados porque no hay altura suficiente. Pero no importa, porque se dedican seguro plenamente a la tarea de generar el mal y no andan nunca. Tienen los ojos vidriosos por culpa de las ondas catódicas y las placas óseas del culo han evolucionado, fusionándose en una plataforma plana sobre la que descansar más cómodamente. Y se les han caído los pelillos. Así no hay quien salga ya.
¡Dios! ¡qué experiencia religiosa! Se les acaba de caer una canica y ha rodado unos segundos de un extremo a otro de la habitación. De un extremo a otro de su suelo que es mi techo. ¡Y dan golpes! Esto seguro que es un lenguaje secreto en código morse para sus camaradas. Esta noche lo mismo hay follón en la azotea porque están convoncando una reunión secreta. ¡Esto es extenuante hasta decir basta!
Bueno, digo yo que cuando estás tan cerca del epicentro del mal, estás a salvo. Corred, ¡vendid cuanto antes a mi casa! No sé cómo andan las cosas y para cuándo está planeada la bomba en su organigrama o cronograma o como se llame.
¿Algún vegetariano?
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1 comentario:
Yo no entro en detalles, pero encima de mi cuarto hay un cuarto de baño. Las paredes son de papel.
Imaginate el resto
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