Digo... hasta el gorro del Santo Padre... o hasta la mitra.
¡Pero ya está bien, por Dios, qué zozobra, qué sobredosis, madre mía! y eso que no tengo tele, que me tiemblan las carnes sólo de pensar la cantidad de veces que se ha pronunciado la palabra Papa en estos días, la cantidad de reportajes especiales, conexiones en directo, lo que se ha magnificado hasta el absurdo la vida de este señor.... Hasta tengo una amiga polaca que no va a salir este fin de semana a celebrar el cumple de un amigo por respeto al funeral de Carol...
Señoras y señores, estamos exagerando, además tanto duelo me da a mi que esconde una cierta desconfianza católica para con el concepto de cielo, por que si no ¿a qué tanta pena?: el Papa se ha ganado chalet en el Torrevieja del cielo, se lo ha currado, le ha hecho la pelota a Dios hasta decir basta durante toda su vida, tiene un paraíso asegurado con todos los extras. No, a mi no me pone triste, así debe de dar gusto morirse. A mi se me ha muerto hace poco un amiguete ateo... eso es otra cosa, eso si que es serio, eso si que es morirse, pero morirse de verdad. ¡Ale Jesús, si ves al Papa por ahí dale una colleja de mi parte por lo del preservativo, leñe!
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