miércoles, 20 de abril de 2005
Corte de pelo
Bueno, este ataque de autoestima es porque me he cortado el pelo y mi amiga el Guisante quería ver el estropicio. En fin, tampoco está tan mal, como dice la peluquera, teniendo en cuenta la materia prima. Bueno, no lo ha dicho en esas palabras pero yo os lo traduzco para evitar rodeos.
Una nunca se explica como entra en la peluquería con la idea de cortarse sólo las puntas y sale con el pelo capeado a 15 niveles y con flequillo de propina. Cuando me siento en la silla de la pelu de repente me invade una sensación de renovación súper extraña, como una necesidad de cambiarlo todo y darle un nuevo giro a la vida. Debe ser que tengo algo contenido dentro y que lo exteriorizo con la idea peregrina de que lo que me aleja de la felicidad es cuestión de puntas abiertas y no de un repaso de fondo. Como cuando lloro en el cine.
Y quizás no esté tan equivocada. Con este nuevo corte, me enfrento el sábado a una fiesta y oye, queráis que no llevo otro porte, otra predisposición. No hay nada como sentir que una estrena vida para que la entren ganas de coger la felicidad de golpe. Seguro que esta vez, no te me escapas (la felicidad, digo).
Guisante, lo prometido es deuda.
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