Como los chistes de cuando éramos pequeños, un italiano, un inglés, un portugués, un austriaco, una polaca y una española fueron ayer al teatro en Ginebra a ver "Muerte accidental de un anarquista" de Darío Fo (que a la sazón, fue premio Nóbel en 1997).
Entre todos entendimos el 70% de la obra más o menos, cada uno pescando pedacitos distintos con nuestras precarias redes de francés. No obstante nos gustó, claro. Darío Fo es asustadoramente lúcido, y pone en clave de comedia terribles realidades en las que el único que ve claro es un loco.
Es el viejo truco de los locos en el arte.
Los que tengan la obra a mano, ya saben, merece la pena, aquí nos cuentan un poquito más.
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