Amigas, imaginad por un momento un hermoso ejemplar del género masculino. Metro ochenta al menos, rostro de dios inca con sus ojos rasgados y todo, moreno morenísimo, fuerte con sus pectorales y sus brazos torneados. Ahora imaginadlo en un bote de rafting en un río salvaje, remando con fuerza y dando órdenes como quien sabe que, el río es peligroso pero él puede domarlo (y todo esto con el neopreno puesto sólo hasta la cintura).
Bien, estaréis conmigo en que este chico tiene potencial, al menos para fantasías varias. Pues bien, imaginad ahora que estáis sentadas cerca de él en el bote (por pura casualidad, lo juro) y que él comienza a contar una historia de cuando estaba en un río peligrosísimo en Chile y fue supervaliente por que claro, él conoce la fuerza del agua, la intuye, la doma y entonces vino un rápido y parte de las cosas de la barca saltaron pero él las atrapó y bla bla bla, y enlaza esa historia con otra y con otra y con otra y todo el resto de la gente del bote está pasándoselo pipa en amena charla sobre cosas que no implican ríos ni coraje ni nada y este chico inasequible al desaliento: bla bla bla... con su barca él sólo, esta vez en un río peruano y en grave peligro... madremivida, qué chapa... pensé por un momento en aturdirlo de un golpe de remo, pero llevábamos casco...
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