Esta noche dormiremos en un templo budista a las afueras de Seul. Eso si conseguimos encontrarlo, claro, porque a pesar de tener ya unos rudimentarios conocimientos de Hangul, el alfabeto coreano, esta ciudad tiene unos 10 millones de habitantes en el centro y unos 20 contando con el extraradio, lo que la hace pelín confusa.
El monzón persiste, inasequible al desaliento y yo sin chanclas. La verdad es que eso es culpa mía porque ayer vi unas en un puesto en la calle perfectamente adaptadas al monzón, todas ellas de plástico rosa transparente y con un corazón en la parte del enpeine en el que se leía "Happy togheter" y no me las compré... ahora las consecuencias.
Yo me acabo de levantar y la perspectiva de comer algo no es del todo alagüeña, ya que aquí el desayuno es una versión pequeña, pero con más sopa, de la comida y la cena, así que tendremos que salir ahí fuera y enfrentarnos con el plato típico compuesto de guiso, kimchi (verduras ácidas con picante), sopa y arroz... y yo con estos pelos...
Ayer no reuní valor suficiente como para provar los gusanos de seda guisados que venden en cada esquina... soy una pera cobarde... pero os describiré su olor como lo hizo para mi A., un chico que conocí ayer: "es como el olor que desprendía la plancha cuando mi madre la limpiaba con vinagre", y es cierto...
Bueno, y ahora a desayunar y a buscar el templo.
2 comentarios:
Joer!! qué envidia!!! leyendo tus comentarios por un momento pensaba que eras tu, Laura, la que escribía!! como siempre andas de viaje por el mundo... pero resulta que os habéis juntado dos grandes viajeras!!! tal para cual!! qué guay!!... mooooola leeros!!.
Por supuesto... come gusanos, muchos!!!! y luego me cuentas como se hacen, que yo tengo fresquitos...
Besitos del Tonino
Gracias!!!! ayayay, pero soy cobarrrrde, ni gusanos ni perro... eso si, comi un poco de unos fideos con huevo con pepino que vienen servidos con agua y hielo... y eso es algo que no se abunda...
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