Sonará el despertador a las 7, y parecerá una pesadilla, pero será peor aún cuando me de cuenta de que es domingo y de que sí, me tengo que levantar.
No será la primera vez en la noche, las cervezas que habré tomado en la víspera, pese a que sabía que no debía hacerlo, me habrán hecho levantarme 7 veces a lo largo del corto periodo de sueño, puesto que, como guisante, tengo una vejiga urinaria anatómicamente más pequeña que la media.
Prepararé medio dormida un sándwich pequeño y uno grande, por que así dicen las instrucciones.
Me vestiré, farfullaré, odiaré el mundo 32 veces, cogeré la mochila y al coche.
El coche me conducirá a un río.
El mundo es horrible y por tanto a las 8, cuando hace frío, me tendré que poner el bañador, que es más pequeño de lo que corresponde a mi talla y peso y por tanto me aprieta en las peores partes, y encima un traje de neopreno frío y mojado.
Para ese entonces creo que ya me habré comido el sándwich pequeño, lo que será apreciado por todos gracias al denigrante neopreno.
Nos subiremos, otros madrugadores resacosos neoprenados y yo, a una barca hinchable y comenzaremos a remar río abajo. ¿Por qué me he apuntado a esa salida de rafting, por que? Al menos tendré un remo con el que podré pegarle a los demás...
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