martes, 7 de junio de 2005
Azafata de congresos
Mañana tengo una entrevista de trabajo para hacerme azafata de congresos en mis ratos libres, para ganarme unas perrillas mientras en los no libres intento cambiar el mundo y salvar a la humanidad de una catástrofe ecológica. Resulta que tengo que vestirme de pija, que traducido al idioma oficial castellano significa vestirme bien, y mi armario se muestra raquítico en estos casos. No hay nada que sobresalga por su saber estar, sino que todo se puede doblar y meter en un cajón, lo cual indica claramente que no es prenda de glamour. Lo elegante, no sé si os habéis fijado, siempre es para colgar en percha, o eso parece. Me he probado unos zapatos de medio tacón de mi madre y una camiseta de tela brillante en la que voy a enchufarme un broche.
He quedado con Paula en casa para que venga a vestirse conmigo, que ella también va a probar suerte. Ya tuvimos que vivir esta situación cuando nos invitaron hace años a una confirmación de un amigo mío que vivía en La Moraleja, que después de decir que hacía la confirmación, no tiene apenas importancia. En esa ocasión, no sé por qué, al final salí de casa con un traje de chaqueta de una vecina, que era de una especie de toalla roja con botones negro con un ancla en dorado. Paula también iba de órdago, seguro, lo que pasa es que con el tiempo pues ya no me acuerdo. Lo peor además fue cuando llegamos y una tal Abigáil, nos dejó estupefactas con su traje con transparencias de encaje y zapatos de tacón de aguja.
Así que mañana hemos quedado aquí para pasarnos juntas la brocha, buscar los mejores trapitos para taparme los michelines a mí y los tatuajes a Paula y salir juntas hacia la peripecia del día que promete empezar con ataques de risa delante del espejo. Ya os contaré.
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