domingo, 19 de febrero de 2006

Olvidos


La verdad es que a mi, hay muchas cosas que se me olvidan. Anécdotas de mi vida que ahora andan flotando por ahí en algún sitio y que quizás estén siendo reutilizas por la mano del destino en otras carnes.

Algunas veces, pues llega el tiempo con su bofetada (en ocasiones atroz y en otras cálida), y me recuerda aquella que en algún momento fui, con su música y su color. Y entonces cierro los ojos muy fuerte, para ver si acabo de olvidar las penas que me pesan. Y se me abren la boca y los pulmones si quiero retenerlas dentro de mí para siempre. En esas ocasiones, me gustaría que se me quedaran impresas en las tripas con fuego.

Una de las cosas que se me habían olvidado es lo bonito que es tener a alguien a tu lado en el que mirarte y en el que apoyarte para crecer hasta ser grande, grande. Hasta poder sentirte con fuerzas para pisar con paso firme. Lo agradable que es tener un oído esperando incluso tus susurros más ínfimos. Unos brazos para darte calor después del frío. Unos ojos que te llevan la alegría hasta lo más hondo. Alguien que te haga extender las alas que tenías un poco mustias para volver a recordarte que eres tú la que puede volar. Para sentirte más tú pese a estar mil veces menos sola.

Y moverte por la vida así, caminando, caminando, caminando.

No hay comentarios: