Mis zapatos tontos-normales de siempre, fieles aliados, están dando sus últimos estertores y ya me entra el agua por los agujeros de las suelas. Si ellos mueren, y lo harán pronto, me quedaré sola en el mundo con mis botas de monte. Desgraciadamente mis zapatillas de correr también pasaron a mejor vida en navidad, esa época tan triste.
Y ahora que vivo con un presupuesto reduciiiiiiiiiiiiido reduciiiiiido me asola una terrible duda: me gasto mi dinerín en comprarme unos zapatos decentes y duraderos como Dios manda o me voy de viaje a ver el mar unos días como querría hacer en realidad… En el mar no hacen falta zapatos y en el fondo Suiza es un país montañoso ¿no? Además, la palabra lo dice, Marzo, Mar... ahhh, nada como tomar una decisión.
miércoles, 22 de febrero de 2006
Inversión de marzo, ¿mar o zapatos?
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