viernes, 13 de mayo de 2005

Mis bajos fondos


El otro día me encontré sin nada que hacer y me fui a ver una película que está ahora en cartelera que se llama heroína, para hacer tiempo antes de ir a mi cita con Roberto para tomarme unas croquetas de jamón y queso camembert frito con frambuesa en nuestro bareto de confesiones mutuas. Y el caso es que salí un poco confusa del cine porque la problemática que se plantea a lo largo de la película es del tipo que crea confusión en mi cabeza y me encuentro dividida entre dos opiniones opuestas.

El dilema está en el tratamiento que le dan al problema de los drogodependientes en la historia y los argumentos que se exponen en relación a ello, que no me acaban de convencer. Jolines, si lo pienso, pues entiendo que la peña que está tan enganchada a las drogas en realidad son pobre gente que está sumida hasta los sobacos en el fango que llena un agujero sin salida. Entiendo que hay que ayudarles y tenderles una mano, para intentar sacarles de la situación en la que están, para que se liberen del peso de la carga que llevan encima. Me parece adecuado que se desvíen fondos para ellos, para su recuperación e integración en la sociedad de la que se han quedado tan desligados y que hay que crear centros de asistencia o de metadona para los que quieran intentarlo. Pero estos pensamientos y estos sentimientos sé que, pese a que me avergüence reconocerlo, no son honestos.

Confieso, no sin estupor y desprecio de mi misma en parte, que cuando veo un grupo de drogadictos en alguna plaza, medio terminales y todos puestos hasta las cejas, me dan ganas de llegar corriendo hasta ellos y pegarles fuerte, muy fuerte. Quiero zarandearles con rabia, quiero transmitirles el enfado que me supone verles así. Quiero decirles a la cara que no es justo, que no es justo que nos pongan a todos en “peligro” porque fueron débiles o porque quieren seguir siéndolo. ¿Enfermos? No sé. ¿Sin culpa? No lo sé tampoco. No sé.

Lo único que sé es que todos los días, miles y miles de personas luchan en el mundo para que todo vaya mejor. Que ponen toda la carne en el asador, que se levantan por las mañanas y que ponen cada día su granito de arena en una montaña invisible. Y esa gente, no se merece esto. Ya hay suficiente mierda en el mundo, ya has suficiente escoria en la sociedad, como para que tenga que volver por las noches insegura a mi casa por si me atraca alguien que necesita dinero para pillar un pico, para que tenga que cambiar mi ruta y evitar tal plaza por si las moscas, para que una amiga que tiene una tienda tiemble cada vez que alguien con malas pintas entre porque piensa que otra vez la van a robar…

Y no sé, puede que lo que me de rabia es que este gobierno o esta administración en general, no destine medios para que esto no ocurra y para que se les de la ayuda que necesitan para que no caigan tan bajo. Puede que sea que en realidad, reflejan la cobardía o la falta de autoexigencia que me impongo a mi misma y que tanto me espanta, quizás sea porque soy una egoísta, quizás sea por mil cosas. Pero como no lo sé, no sé por qué se me levantan estos sentimientos, todo me crea confusión. Y es por eso por lo que la película, me ha dado que pensar.

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