Hmmm, Morena me dice que tengo que escribir yo, que ella está en un curso de nosequé y no puede. Vale, oído morena.
La verdad es que así, a bote pronto, no se me ocurre nada que contar, por que llevo una vida un poco rutinaria, aunque claro, si pienso en el fin de semana que viene, me doy cuenta de que me he apuntado a un cursillo de bailes africanos...
Era un gusanillo que me picaba desde hace tiempo, así que vi el papel anunciándolo y me lancé. Será el sábado, domingo y lunes, dos horas diarias con profes de Senegal y percusionistas y todo. Me da un poco de cangui, por que eso de la coordinación no es lo mío, y recuerdo que una vez intenté, en un delirio adolescente, aprender a bailar sevillanas y no conseguí superar la fase en que el movimiento de los brazos tiene que acompañar a todos esos pasitos para aquí y para allá. Pero bueno, lo importante es participar, ya os contaré.
Otro gusanillo que tengo es aprender a bailar claqué. No se muy bien porqué de pequeña estaba obsesionada con Fred Astaire y Ginger Rogers (quizá por que ponían muchas pelis de ellos en la tele, allá por los años 80), y me ponía chinchetas en las suelas de los zapatos para hacer ruido al pisar. Una vez más mi falta de coordinación me impidió un temprano salto a la fama porque, si caminaba con mi madre arrastrándome del brazo por la plaza empedrada del pueblo, tropezando sin parar, ¿cómo soñar con los escenarios?
Pero esta vez nada me detendrá, si me lo paso bien en el curso de danza africana creo que el siguiente paso en el plan maligno será un cursillo de claqué y danza irlandesa al que ya le tengo echado el ojo. Temblad chicos de operación triunfo...
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