es el asiento de mi bici, madremivida... qué dolor de posaderas, qué sufrimiento atroz... ahora comprendo por qué existen los pantalones de ciclista..., son feos pero creo que tienen dos razones para vivir, primera, acolchado de la entrepierna para enfrentarse con mayor confort al asiento maligno pequeño y duro, segunda, costuras suaves y amables que no rozan por doquier... Y ahora tengo mis sentimientos divididos, por que no soy de las que aman coleccionar equipamiento completo para cada deporte, y no querría hacerme con un traje completo de ciclista, zapatos, gafas, etc., para ir a dar una vuelta de vez en cuando, pero asumo que no se puede una poner los primeros pantalones cortos que pille y echarse a pedalear por ahí por que luego se sufre, sobre todo si hace calor, y qué calor hacía este fin de semana... en fin, como en el término medio está la virtud, me compraré unos pantalones de esos y ya está.
Esto me recuerda a las peregrinas de Fátima, señoras de tipo taponcito que inundan cada dos por tres las carreteras hacia el santuario desde los puntos más remotos de Portugal. En la primavera pasada ellas iban en grupúsculos, charlando amigablemente por el arcén, poniendo así en grave peligro sus vidas. E iban vestidas como si un arrebato místico las hubiese pillado en medio de la preparación de un caldo verde, y así, con zapatillas de andar por casa y batín de esos de señora, y se ponían a caminar, contentas, beatas e hipercafeínicas (gracias a la distribución gratuita de redbull, lo juro) hacia La Virgen..., pues así no se puede, tanto las señoras de Fátima como yo necesitamos un mínimo de equipamiento, nos prepararemos para la próxima.
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