sábado, 3 de septiembre de 2005
Empiezo a trabajar
Bueno, supongo que ya puedo decir que estoy de vuelta en el mundo laboral. Lo digo porque es sábado y estoy delante del ordenador trabajando en un nuevo proyecto que me tiene investigando sobre las condiciones ambientales de la zona de Albacete, caga y vete. No me apetece mucho, la verdad sea dicha. C’est la vie!
También puedo decir que he comenzado este nuevo curso escolar dejando huella, como no era menos, haciendo de las mías y volviendo a recordarme, por si se me había olvidado después de estar tumbada a lo largo y ancho de mi propia extensión en la arena de la playa sin actividad mental aparente. Soy la misma de siempre. Soy yo y me lo recuerdo de vez en cuando.
El miércoles me mandaron para Albacete en un coche alquilado azul eléctrico con un aire acondicionado potente y una radio CD empotrada en el salpicadero. Para allá que me fui con los objetivos de buscar: A) una cueva de origen kárstico en algún lugar de la campiña y B) un puente romano sobre una rambla debajo de una carretera/autovía.
Empecé por la cueva, porque me parecía que lo del puente era pan comido (la rambla es una y la carretera autovía es una, luego la intersección de ambos elementos no parecía tener problema a priori). Decidí dar un toque de confianza a la sabiduría popular y me planté en los campos de cultivo dispuesta a preguntarles a los lugareños de la zona que seguro habían escalado por los riscos más de una vez. Una cueva no se genera de la nada así como así, luego si los agricultores eran de la zona, seguro que la conocían. Y la conocían. Así como conocían también la senda de elevada pendiente acribillada por el sol de agosto en plena estepa por la que me mandaron a trepar como si tal cosa.
Y para allá que me fui. Con mis chanclas, mi ropa negra y mi bolso, todos ellos elementos por todos conocidos como una mala mezcla para paseos por el campo. Que no se me ocurrió pensar antes de partir que tendría que sacar de donde fuera mis olvidadas aptitudes para el trecking de alta montaña, porque confié en el aire acondicionado del coche sin pensar que en algún momento quizás tendría que abandonarlo realizar desplazamientos y porque no tenía bolsillos para guardar el móvil mientras andaba. Y trepé, y trepé y subí y subí, llegando al objetivo en elevado grado de deshidratación y con un calor de la leche. Toma foto por aquí, toma foto para allá. Y, ¡uy!, ¡qué ganas de hacer pis!
Lección número 1: no se va al campo con chanclas. ¡Menuda hostia que me di! Lección número 2: cuando te entran ganas de hacer pis en el campo, a falta de papel, una no se debe limpiar NUNCA con toallitas de colonia de limón anti marisco… ¡como escuece la chirla! Así que bajé por la senda no os digo cómo. O sí: deshidratada, dolorida por la hostia y con una ligera tirando a grande molestia en mis partes pudendas. Eso sí, riéndome de lo lindo. ¡¿Qué coño hacía yo allí?!
Pero por si no fuera poco, todavía me quedaba el puente romano. Tras hacer una composición de lugar, me dije que pese a que eran las 14.30 de la tarde y aún no había comido ni bebido, mejor sería acabar cuanto antes y luego empezar la retirada parándome en un bar de carretera para deleitarme de su amplia oferta gastronómica toda con moscas y su aire acondicionado moviendo el aire viciado de fritanga. La decisión estaba tomada… ¡a por el puente!
Llego al lugar indicado. Un lugar estupendo en mitad de la nada sin ninguna sombra ni presencia de vida animal, bien sea educada o salvaje. ¡Vaya!, no hay puente. ¿Me habré equivocado? Cojo el coche. Para arriba y para abajo. El puente no aparece. Salgo. Camino un poco. El puente no aparece. Cojo el coche. Para arriba y para abajo. Salgo. Camino un poco. El puente no aparece. Empiezo a mosquearme. Cojo el coche… cojo el coche… ¡Uy! Parece que no arranca. Bueno, parece que arranca pero no anda. Salgo del coche. ¡Uy!, ¡mira tú por dónde! Parece que me he quedado atascada en mitad de la nada, sin agua y a 50 grados a la sombra en un banco de arenas succiona coches.
Estudio la situación. No existe nada que pueda socorrerme ni parece que por ahí vaya a pasar un alma en décadas. Para entonces seré una pordiosera con el pelo largo blanco y las uñas sucias encorvadas, sin dientes y con mirada perdida. Los buitres empezarán a merodear en breve acechantes sobre mi cabeza… ¡basta! ¡Pensamiento proactivo, Laura! Así que cojo un palo y empiezo a excavar. ¡Y yo qué sé! No se me ocurría otra cosa. Recuerdo que la temperatura exterior es altamente elevada y yo voy de negro. No hay nada que hacer. Cada vez que arranco el maldito coche se hunde más. ¡Me odia! En un alarde de fuerza descomunal, intento mover sola el coche. No se mueve ni un ápice, lógicamente. ¿Qué esperaba? Quiero llorar y se me ocurre llamar a un amigo por si tiene alguna solución. Es carpintero, ¿no se supone que tienen que saber de coches? Parece ser que no. Y a mi que me parecía tan lógico en aquel momento… Quiero llorar un poco, pero sé que no me servirá de nada.
Comienzo a caminar hacia alguna parte. Lo único que hay es una autopista llena de camiones con camioneros dentro (de otro modo, sería un susto terrible). Ante la expectativa de acabar con las piernas detrás de la oreja en la cabina de algún vehículo longo, decido caminar y buscar otras opciones. Diviso la señal de una gasolinera. Voy. ¡Mierda! La gasolinera está al otro lado de la autovía. Al otro lado de la valla. Veo una persona. Le grito. ¡Socorro! El chico me mira y alucina. Mantengo, o eso intento, establecer una conversación con el lugareño interrumpida por miles de camiones pesados con mis posibles violadores al volante. No me entiende y tampoco puede hacer nada. Una valla y una autopista nos separan irremediablemente. Vivo en mis carnes el efecto barrera…
Comiendo a caminar hacia el coche. Por lo menos esperaría la muerte dentro. La boca es de esparto. Mi ánimo de mantequilla. Y la mantequilla se derrite con el sol. ¡Qué calor! Pero… ¿qué es aquello que reluce en lo alto del castillo? Es un pájaro, un avión, un satélite un platillo. No, ¡¡es una furgoneta de una empresa de reparación de aire acondicionado avanzando por los cultivos!! Le hago señas sin pensar en la estampa que me gasto. Llega hasta mí. Es un chico muy apuesto que me mira con cara de espanto. Pese a eso, porque es la persona más maravillosa del mundo, decide ayudarme. Vamos al coche y comienza a excavar, se tira al suelo, pone piedras, saca una cuerda, la ata al eje, la ata a su coche, arrancamos y… ¡¡¡¡el coche fuera!!!! ¡¡¡¡Llevo dos horas desesperada pero el coche está fuera!!!! Le amaría eternamente si no amara a otro. Querría abrazarme a él y retozar en la arena si en realidad no quisiera abrazar y retozar en la arena con otro. ¡Es el héroe de la campiña albacetense!
Y así me vuelvo a casa. Sin puente, deshidratada, escocida, llorosa, sucia y cansada. ¡Trabajar no es nada bueno!
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7 comentarios:
Cariño, no se que seria de nuestra vida sin tus azañas.
mis mas sinceras enhorabuenas, primero por el relato, segundo por salir de esta.
Has superado la historia del dan-up y el pozo del que sacar agua.
Me cae una lagrima por la mejilla, es de risa.
un beso nena!!!
soy yo, la niña, pero esta maquina se ha roto o algo y no me deja firmar con mi nombre...
jajaja, gracias por amenizar esta aburrida tarde de sábado... y menos mal que te tenemos de vuelta!! luego las agencias de viajes te venden aventuras por 3.000 euros en destinos exóticos cuando lo tenemos a la vuelta de la esquina!!
besos guapa
Que manía con untarse cosas en el higo.
Una amiga se ponía bolsas de manzanilla en el conejo para rebajar los picores, previamente hervidas y posteriormente enfiadas, para que el liquidillo que sueltan no te agrave la salud del pellejo vaginal.
Nunca lo vi en directo, pero hubiese dado un brazo por echar un vistazo....
Que cosas, madre
jode, este tema da para mucho, esta claro! pero bolsitas de te en el conejo? ummm no se
Las bolsas son de manzanilla, desconozco el efecto del te.
A lo mejor sirve para desperezar el chumino, pero no lo tengo claro.
Seguiremos indagando,,,,,
pues habra que pobrar las diferentes variantes: te, menta, manzanilla, tila... toda una gama de color!
en fin, ya nos iras contanto tus indagaciones!
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