Hay que ver como le gusta a la gente mayor meterse con el mundo.
Café, mesita al sol, guisante revistando unas notas con un croissant (no como instrumento sino como compañía). En una mesa cercana una madre con dos niños pequeños. Niños algo ruidosos pero nada fuera de lo normal. Madre comprensiva y relativamente tranquila, que les habla pero no les pega ni les da pellizcos de monja. En otra mesa más cercana aún, dos jubiladas y un jubilado. Tema de conversación : lo ruidosos que eran los niños y la falta de mano dura de la madre, que induciría a los niños en el futuro a realizar poco menos que actos criminales variados a causa de una falta de figura de autoridad… Qué café me han dado… Lo decían todo a gritos (bajo el pretexto de estar sordos y no oírse los unos a los otros) para que la madre perdiese la paciencia y les introdujese un croissant por la nariz…
2 comentarios:
La ciudad más triste del mundo será esa en la que nunca se oiga el horrísono berrido de un niño, aunque sea para pedir clamando un kinder sorpresa (por cierto, lo de dentro no se come).
ops! jeje
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