La oficina está en un sótano y tenemos dos ventanas grandes que dan a la mitad inferior del mundo cotidiano. Tenemos vistas a mascotas en tamaño completo y dependiendo de la altura, podemos cotillear a los viandantes desde sus caderas a los zapatos. Así es muy difícil tener prejuicios convencionales. Tendré que crearme los míos propios.
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