Me han regalado una bici pero tengo que cambiarla por una de marchas para que no se me hagan cuesta arriba las pendientes ascendentes. He cocinado un arroz en mi sartén nueva ecológica y se me ha pasado pero no me he intoxicado. Lo he mezclado con unas albóndigas majestuosas. Las cortinas del salón que me ha hecho mi madre quedan de rechupete y solo hay que cogerlas un poco el bajo. Me he puesto al día con mis actualizaciones de GoogleReader. He comenzado a organizar mis archivos fotográficos de muebles en mi ordenador. El aluminio de las ventanas se empapa y el suelo de madera está un poco resentido. El sábado he quedado con unas amigas, estupendas las dos, para tomar un café en un sitio nuevo y ponernos al día, cosa que me encanta. Puede que en verano me tome uno en Estocolmo. Ojalá. Mañana voy a intentar no salir de casa porque no me da la gana. Este finde voy a aprender a hacer pan.
Nieva en horizontal y en remolino. La nieve no sabe a dónde va. Como este post, que es un absurdo hacia ninguna parte pero que tiene la divertida tarea de abrir otra vez la aportación de Oye, morena en este blog. Guisante, ¿te animas también?
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