Este fin de semana me toca ir de despedida de soltera, o más bien de «Hen party», y la verdad es que, sorprendentemente, no me desapetece demasiado. Será una despedida de lo más burguesa, acorde un poquito con las aspiraciones de la novia, que más o menos desde la sombra ha dado las directrices generales del plan maligno.
Todo comenzará con un apacible almuerzo en un restaurante en la campiña francesa, uno con dos estrellas en la guía michelin, para el que yo no tengo nada pero nada que ponerme… me debato entre mis pantalones cortos con perneras extraibles y mi falda de mercadillo y camiseta de tirantes del champion… quizá combine todo y le añada una pamela, en un alarde de imaginación.
Después de regalarnos con tan estupendas viandas, nos vamos a un balneario a que nos den masajes y nos pongan a flotar en piscinas de burbujas varias. Luego nos iremos de juerga, menos mal, a ver si al menos sacamos una resaca de todo esto. En fin, todo muy de treintañeras…
Recuerdo yo despedidas más salvajes, de veinteañeras, con las típicas cosas de las despedidas como la futura novia con ropa interior de encaje en la cabeza cantando rancheras en el restaurante chino donde nos dieron de cenar, y otras cosas por el estilo grabadas por la camara de seguridad de un cajero automático de Carabanchel… preciosos documentos para la posteridad.
Algo me dice que tras la calma y los tratamientos de belleza de las despedidas de treintañeras vuelve el salvajismo en las de cuarentonas.
P.D. : acabo de darme cuenta de que se dice : veinteañeras, treintañeras, cuarentonas, cincuentonas… os dais cuenta del sutil maltrato psicológico?
1 comentario:
En realidad no importó nada lo que llevé puesto, pues en el restaurante, la futura novia llamó suficientemente la atención dedicándose a hacer fotos a todos los platos, de nosotras comiendo cada plato, a pedirle al camarero que nos sacase fotos, todo en un tono lúdico-festivo que consiguió producirme alucinaciones mentales en las que le introducía las cigalas de su plato por la nariz riendo con malignas carcajadas... Creo que cerca de dos mil millones de fotografías atestiguan cada uno de los milisegundos del día, en un despliegue gráfico sin precedentes y obviamente sin necesidad alguna. Serán fotos con las que aburrirnos una y otra vez en cada aniversario de boda, imagino: ¡¡mira mira, aquí estamos todas entrando en el coche, aquí saliendo del coche, aquí poniéndonos el gorro de piscina, mira, este es el trozo de pan que te comiste entre el primer y segundo plato...!!
Intenté (demasiadas veces sin éxito) limitar mis comentarios incisivos a un mínimo, y sólo dejarme llevar por la ira cuando la futura novia sentenció al inicio de la supuesta velada nocturna de orgía alcohólica y bailoteo, que no bebería un segundo mojito pues si luego bebía algo en la discoteca, sería demasiado... le hice saber que a mi parecer, ese no era el espíritu y luego quise teletransportarme lejos de aquella pesadilla, pero no fue posible. Ella quería ser estudiadamente salvaje en su despedida, para que el salvajismo fuese sólo el justo y preciso... en fin...
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