Cuenta Stendhal en uno de sus libros que, visitando Florencia se puso muy malo, con taquicardias, mareos, etc, a causa de la enorme belleza de la ciudad. Juro que me paso lo mismo visitando ayer la Opera de Sidney. Que cosa mas bonita, es increible...
Paseamos por dos de los teatros mas grandes que contiene, grandes edificios que albergan, ademas de la sala de espectaculos en si misma, enormes entradas y zonas para admirar la bahia a traves de grandes ventanas interminables. Son espacios magicos, curvos, de madera y hormigon, pero calidos, sin columnas, sin interrupciones, con escaleras y escaleras que fluyen como rios por dentro. Para rematar entramos con la guia en un ensayo de un concierto y alli estaban todos los musicos de la orquesta, vestidos de paisano, como un mosaico de colorines, interpretando una musica suave y bellisima, mientras unos anillos de vidrio gigantes flotaban por encima de ellos suspendidos con unos cables, por aquello de la acustica... Ver el mar desde dentro de ese edificio maravilloso vale bien el jetlag.
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