Nunca he sido una adonis de playa y este año, tampoco llego para las rebajas de los michelines. Con alegría veo que se van acabando las lluvias, que hoy por ejemplo ha salido un poquito el sol, que pronto podré no llevar abrigo de plumón y que en unas semanas, aunque largas, podremos pasear por la calle mientras disfrutamos con una sonrisa de un día brillante. Y esto me llena de felicidad. Pero, como no, la felicidad tiene un precio.
La palabra 'bañador' retumba en mis oídos. El concepto de 'bikini' me pone los pelos de punta. Las camisetas de tirantes son las peores enemigas de mis brazos de camionera curtida con horas al volante de su cuatrimotor. Arrgggggggggggg. No me planteo ni siquiera pasarme a la dieta de la zanahoria. Tendré que asumir que un año más, no seré un tipazo más en las playas de Rota.
1 comentario:
No hace falta Mari Pili. Estas perfecta te lo digo yo. Luego te pones una de tus camisetas a rayas chulipendis y estar la mar de reguapa. A las delgadas: los delgados. Y a las curvilineas: el mundo.
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