Qué poca imaginación tienen a veces los optimistas. Se les nota sobre todo con las consabidas frases “hombre, lo peor que puede pasar es…”, con las que siempre denotan una capacidad muy limitada de imaginar cosas malas pero malas malas.
Ejemplo: Un ser cualquiera va a perder un avión y lo está pasando fatal. Un optimista le dirá: “-hombre, tranquilo, si lo peor que puede pasar es que te toque pagar para que te cambien el billete.”
No, no y no. Pueden pasar mil cosas peores, muchísimo peores, y basta pensarlo sólo un poco para darse cuenta.
Puede uno tener un accidente horrible de camino al aeropuerto por ir con prisas y perder una oreja, entrar corriendo al terminal y que la policía te ataque por pensar que eres un terrorista, meterte en un avión equivocado y terminar en Bankok sin más equipaje que un D.N.I. caducado y una tarjeta de embarque para Cuenca. Allí pueden raptarte para extirparte un riñón con el que preparar algún plato local, haciéndolo pasar por carne de perro. La herida, a causa de la mecromina genérica, se te puede infectar, y puede que en ella te pongan una tirita de Pipi Langstrum. Puedes entonces ser recogido por una secta sueca satanica y descubrir que no consigues pronunciar la ä. Las posibilidades son inagotables.
Hay que currarselo un poquito más, eh, optimistas…
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